Manías gastronómicas | El Gourmet enmascarado
En comidas hay mil y una manías, como comensales hay. Con toda razón muchos creen que en gastronomía vale todo y otros están convencidos que hay que respetar tradiciones y productos
En comidas hay mil y una manías, como comensales hay. Con toda razón muchos creen que en gastronomía vale todo y otros están convencidos que hay que respetar tradiciones y productos
Quise empezar de cero y pensar qué me hace elegir tal o cual restaurante. Hay muchas variables a tener en cuenta: la comida, la atención, el ambiente y los precios. Lo ideal es que estos cuatro items estén en perfecto equilibrio. Sin embargo, no siempre es así. Entonces, el comensal debe ponderar antes de enfrentarse a una nueva experiencia gastronómica.
La escena ocurrió el jueves pasado. Una señora que mansamente almorzaba, en determinado momento comenzó a vociferar porque nadie venía a traerle la cuenta. «¡Quiero que me cobren!» gritaba en forma violenta. «¿Ninguno mira para acá? Parece que no quieren que pague», siguió con su reclamo a voz en cuello.
Un lugar que falla, ¿merece una segunda oportunidad? Debo reconocer que últimamente me he puesto algo irascible. Muchas de las veces en las que las excusas para justificar un mal servicio son tan pueriles que demuestra falta de interés en cumplir correctamente las cosas. Cuando alguien se molesta, porque uno le reclama una comida que lleva una hora de atraso, y la persona sólo atina a «y bué, hay mucho pedido!», bueno señores, o se calcula bien el tiempo de demora, o se manejan argumentos más convincentes.
Estudié cuidadosamente la carta del restaurante y me encontré que la sugerencia del Chef tenía una guarnición de puré de papas, y la quise cambiar por una guarnición, solo de lechuga. La severa respuesta fue ‘no se puede’, sin capacidad de negociación. Tuvo que consultar al encargado que estaba detrás de la caja registradora, para aceptar mi pedido. Cuando me lo informó, fue casi que como favor y excepción. Me vinieron ganas de pararme e irme, pero no me daba tiempo.
¡Qué difícil es encontrar el justo equilibrio! Da la sensación que la vida es pendular y que si no estamos en un extremo, estamos en el otro, sin términos medios. Justamente, son esos caminos del medio, los matices, los que permiten una vida en armonía. No me gusta filosofar, soy bastante malo haciéndolo, pero quiero contarles algunas reflexiones a partir de dos experiencias gastronómicas, cuyo resultado final es negativo, por no encontrar aquel término medio, tan necesario y tan justo.
Ante un mal servicio, ¿corresponde la segunda oportunidad? El delivery demora una hora más de lo prometido, llamás y te dicen que acaban de poner a fritar las cosas porque hay mucha gente. Encontrás en la ensalada, un vidrio. El mozo que trae otra cosa de lo que habías pedido y su argumento fue «el mozo que lo atendió está en el baño». Estas situaciones sucedieron en los últimos meses a personas conocidas. La pregunta entonces se impone: ¿hay que dar otra oportunidad al restaurante?
Esta es la primera colaboración del Gourmet Enmascarado. Sobre los contenidos de sus opiniones, los responsables de Delicatessen no se hacen responsables. Pretendíamos que visitara lugares concretos, pero como es un tanto rebelde, este primer aporte nada tiene que ver con lo que se le encargó.