Es difícil describir un restaurante que ofrece platos para el hombre del año tres mil. La cocina de Ángel León encuentra su alacena en el misterioso origen de la vida: el mar, y con maestría alquimista, desafía las leyes de la metafísica para confeccionar platos que saben a futuro. Faltaría a mi verdad si definiera los platos de Aponiente como deliciosos. Los platos de Ángel zambullen al comensal en nuevos estratos de sabor donde lo sorprendente cohabita con lo estimulante, lo original y lo desconocido, en un resultado tan brillante que parece de otro planeta.