Intrusos en la literatura | Jaime Clara

Siempre fue un secreto a voces. Hace casi cincuenta años el escritor peruano Mario Vargas Llosa desmayó de un piñazo, en público, a colombiano, y hasta ese momento uno de sus mejores amigos, Gabriel García Márquez. Cuando Mercedes, esposa de García Márquez, intentaba levantar a su noqueado marido, y le preguntó por qué esa terrible agresión, la respuesta de Vargas Llosa fue, por haberse metido con su mujer, Patricia. Hasta ahí lo que se supo, Por casi medio siglo hubo todo tipo de especulaciones sobre el distanciamiento, desde las más políticas, vinculadas a Cuba, Fidel Castro, el caso Padilla, entre otras, hasta secretos más sórdidos vinculados a polleras, no sólo de sus esposas, sino otros inventos. El caso es que ninguno de los dos hablaron del tema. Ni sus parientes o allegados más cercanos hicieron mención a una enemistad que se mantuvo inflexible.

El escritor Jaime Bayly (Lima, 1965) acaba de publicar, Los genios, un libro en el que relata, con lujo de detalles los motivos de la agresión. El otrora enfant terrible de la literatura peruana, toma el incidente, para contar de forma por demás verosímil, como se forjó la amistad entre los dos grandes nombres del boom latinoamericano. Hay manejo de nombres, diálogos, fechas, amistades y enemistades, luces y sombras de políticos, periodistas, escritores, editores, con un gran detalle. Claro que no se mencionan las fuentes. Pero todo lo que Bayly cuenta con detalle, suena verosímil. O por lo menos lo arma, con destreza, para que lo creamos. Bayly y Álvaro Vargas Llosa, hijo mayor de uno de los enemigos íntimos, fueron durante un buen tiempo, amigos muy cercanos, y luego la política los separó. Seguramente mucha información provenga de allí. Además, es probable, que muchos protagonistas cercanos en las vidas de estos dos divos de la literatura latinoamericana y de habla hispana, dos Nobel, dos símbolos de la gran corriente literaria de los 60, hayan decidido hablar, creyendo que muerto García Márquez, y Vargas Llosa separado de Patricia, el incidente pasó a ser cosa menor, con otros escándalos que se ven hoy en día.

«Yo no soy chusma, pero me encanta saber», repetía mi abuelo. Y el libro tiene mucho de chusmerío. Chusmerío literario, que no es ni mejor ni peor que el de las señoras en el almacén, en la peluquería, o los oficinistas el lunes de mañana, o en el after hour del jueves en el bar. Es tan chismorroteo uno como el otro. Lo que en este caso es de dos estrellas rutilantes del firmamento de los libros. Por eso el título de esta nota, hace referencia a un programa de la TV argentina, que es el prototipo de los programas de la farándula, «Intrusos en el espectáculo». El libro Jaime Bayly no descuida detalles morbosos de los vínculos propios y ajenos, de los dos escritores. Pues el libro engancha, no porque uno sea chusma, pero sí, por lo menos, para saber cómo eran los tejes y manejes editoriales y los conexiones personales, familiares y profesionales de García Márquez como de Vargas Llosa.

García Márquez con el ojo morado luego del piñazo de Vargas Llosa

Para el morbo del lector, como se dijo, hay detalles vinculados al apoyo a la revolución cubana y a Fidel Castro, y las diferencias que surgieron, entre ambos, a partir del caso Padilla, también está detallado con lujo de detalles, la maratón amatoria de Vargas Llosa, las idas y venidas con su esposa, aún estando separado, cómo veía el mundo editorial el peruano y detalles de la vida de los García Márquez en España, Colombia o México.

En la citada entrevista, Bayly respondió cómo fue el proceso de escribir la novela. «Fue sumamente delicado porque no querían contarme gran cosa. Sabían que, aunque estábamos conversando en la tele y luego off the record, cualquier cosa que dijeran podía poner en riesgo su amistad con los dos genios. Entonces me contaban algunas cositas y se guardaban otras. Los amigos de Mario y los hijos, que eran muy amigos míos, decían: “Gabo se portó mal, Gabo traicionó a Mario, le hizo una cosa muy fea”. Pero no te contaban más. Uno podía suponer que esa cosa era algo que habría pasado entre Gabo y Patricia, porque Mario se había separado entonces de Patricia y cuando le pega el puñetazo le dice: “Esto es por lo que le hiciste a Patricia”. Desde el lado de García Márquez eran más risueños, más cínicos, me decían: “No pasó nada. Mario se afiebró de celos, se imaginó que habían pasado cosas pero es un malentendido, un desencuentro”. Para armar el rompecabezas yo he tenido que cotejar todas las versiones y elegir cuáles me parecían más verosímiles. Pero no ha sido fácil porque los aludidos, los genios y sus mujeres, no querían ni quieren hablar del tema.»

Y para el reconocido periodista, en el fondo, no deja de ser una novela sobre la gran amistad que unió a Vargas Llosa y García Márquez.  «Todo parte de unos hechos reales. Luego ha intervenido la ficción, la inventiva, la imaginación, pero nada es completamente caprichoso o azaroso. Mario le dio el puñetazo. Yo hablé con un testigo, Paco Igartua, director de una revista peruana llamada Oiga, él estaba ahí al lado de Mario, lo vio todo y luego fue a cenar con Mario y Patricia. Él me dio su versión. Mario se había separado de Patricia a mediados del 74, dos años antes del puñetazo. Ese es un hecho histórico. Los García Márquez acompañaron a Patricia durante esos dos años, entre julio del 74 y febrero del 76, Patricia y Mario se reconcilian allá por diciembre del 75 en Nueva York. Las cosas que pasan entre el 74 y el puñetazo son principalmente las que he querido contar en la novela, por lo que no es solo una novela sobre la pelea, también lo es sobre la amistad.»

“Todo parte de unos hechos reales. Luego ha intervenido la ficción, la inventiva, la imaginación, pero nada es completamente caprichoso o azaroso”, dijo el autor de Los genios, en una entrevista. Y tiene razón, si el lector se deja llevar por el relato. Quizás para hacer lo de mi abuelo, no por ser chusma, sino por saber, nada más.