
No es lo mismo visitar un restaurante en una urbe como Barcelona que hacerlo en un pueblo pequeño como Poboleda. No es lo mismo la facilidad de acceso a una ciudad como Barcelona que la dificultad de llegar a un entorno como el que rodea Poboleda. Igual que no es lo mismo viajar fast que viajar slow. Las ciudades también pueden ser lentas, pero hoy en día el turismo lento se asocia con las zonas de interior y de montaña. Por ejemplo, los valles representan espacios geográficos icónicos para el turismo lento. Hablar de turismo lento es hablar de un lugar, pero también de las personas y las tradiciones de ese lugar, y de cómo, nosotros como viajeros, podemos aprender de ellos.
Las carreteras estrechas y sinuosas que recorren los pueblos de la comarca del Priorat, en la provincia de Tarragona en el sur de Catalunya, facilitan un entorno único donde la estrecha relación entre la cultura y la naturaleza se materializa en un patrimonio alimentario que tiene sus orígenes en el terruño y en el sabor que la tierra confiere a los productos. Por ejemplo, el aceite o el vino, dos productos identitarios del Priorat, muestran la relevancia de los ecosistemas en la producción alimentaria y a la vez alertan de la influencia del cambio climático en los ciclos de vida de la naturaleza.
En la localidad de Poboleda se ubica el restaurante Brots, que significa ‘brotes’. Es un restaurante pequeño, con solo seis mesas y capacidad para 20 personas. El chef Pieter Truyts es quien lidera la cocina de este restaurante, después de una trayectoria consolidada en restaurantes europeos, principalmente en Bélgica y Francia, y también en otro restaurante de la provincia de Tarragona, Can Bosch, ubicado en la población de Cambrils. El restaurante Brots, que está recomendado por la Guía Michelin, pero aún sin estrellas, ofrece una cocina simple pero creativa, con procesos de innovación como el que lleva a la mesa un queso azul bajo la apariencia de una loncha de longaniza. El restaurante ofrece carta y menús. En concreto, dos menús. Uno de cocina tradicional y otro de cocina creativa, que van cambiando.

El menú tradición se llama ‘Arrels’, es decir, raíces, y presenta una crema de puerro con bacalao marinado de primero, un jarrito de ternera ‘strogano’ de segundo y un pastel de queso con sorbete de cassis y violeta de postres. El menú creativo se llama ‘Brots’ y consiste en una crema de calabaza, lubina con teriyaki y crujiente de sésamo de entrante, un risotto de setas de primero, chucrut casero con mejilla de cerdo ahumada y muselina de mostaza de segundo, y clafoutis de piña con helado de coco y espuma de haba tonka de postre. Además, el restaurante tiene una amplia carta de vinos que son un recorrido por las bodegas de la comarca y el sabor de sus paisajes.
Las sinergias que se crean con los nombres de ambos menús, brotes y raíces, son una referencia al origen del producto y al territorio, pero también a la renovación ligada a la disponibilidad de los alimentos. En este sentido, en la página web del propio restaurante destacan que ‘Brots ha nacido alimentándose durante muchos años… y quiere hacer referencia a todas las historias y personas que hacen de este sueño una realidad y que – como los peces – nadan contra la corriente si es necesario, en situaciones difíciles, con ilusión y tenacidad. Solamente hay que observar las viñas que nos rodean y que, después de un largo y duro invierno, siempre nos saludan con un nuevo brote en cuanto llega la primavera’.