Corría el año 2018, creo recordar, cuando por cuestiones laborales entré en contacto con un artista maño, el bueno de Carlos García Lahoz, que me comentó su propuesta de hermanar a nuestro aragonés más ilustre, Francisco de Goya, con un pintor romántico ucraniano llamado Taras Shevchenko, vinculándolos a través de su obra escultórica. Después de varias gestiones, logramos que su propuesta expositiva se mostrara en varios centros culturales de Madrid. Objetivo conseguido.
En medio de esas gestiones conocí al agregado cultural de la Embajada de Ucrania en Madrid, Viktor Kharaminsky, a quien puedo decir que tengo mucho aprecio. Viktor me pidió ayuda en los trámites para lograr que una plaza del distrito de Hortaleza llevara el nombre de una escritora de su país: Lesia Ucrania. Mi intervención solo fue un correo, pero también surtió efecto. Así que poco a poco había establecido ya algunos lazos con este país. Y llegó mi turno. Le pregunte a Viktor lo siguiente: ¿hay pintores simbolistas en Ucrania? Y la respuesta fue afirmativa. A los pocos días llegó a mi correo un PDF con un nombre en ucraniano: Vsevolod Maximovich.

Vsevolod Maximovich (1894-1914)
La historia de los pintores simbolistas siempre ha tenido una aureola trágica. En el caso de Maximovich fue su vida la que se convirtió en tragedia.

Vsevolod fue un joven pintor de la ciudad ucraniana de Poltava que estudió y recibió la influencia de su maestro Ivan Myasoyedov. Se mudó a Moscú para continuar su carrera donde recibió clases en el estudio de Rerberg. En 1914 logró organizar una exposición de su obra en Moscú, pero fue un absoluto fracaso: no le reportó el éxito -ni el dinero- que esperaba. Llevado por la frustración, se suicidó con apenas veinte años de edad.
Esta triste historia tiene mucha relación con el carácter narcisita de Maximovich. Cultivaba el culto al cuerpo mucho antes de las modas contemporáneas: pertenecía a un club de atletismo nudista, lo que se refleja en sus desnudos bien musculados, una característica que le hace único en la pintura simbolista. El atletismo de Maximovich está marcado por un aire de ensimismamiento y narcisismo. Vemos en sus lienzos rostros elegantes y hermosos: tanto mujeres como hombres parecen reflejos del propio artista. Y por todo ello no pudo superar el fracaso.
A Maximovich se le ha relacionado con la Secesión vienesa y esto es cierto, aunque pesa más su filiación simbolista y esteticista, con influencias que recuerdan a Aubrey Beardsley en el dibujo o a Franz von Bayros en lo erótico. También me recuerda a un pintor español, el grancanario Néstor, coetáneo de Maximovich.
La recuperación de su obra
Tras su fatídico final, sus obras en lugar de convertirse en las joyas de las colecciones de los museos, fueron condenadas al ostracismo como si no tuvieran valor alguno. Así que durante muchas décadas languidecieron en los sótanos de algunos museos.

Las obras de Vsevolod Maximovich aparecieron por primera vez en la colección del Museo Nacional de Arte (entonces llamado Museo Histórico de Taras Shevchenko) en 1926.
En ese momento, Fedir Ernst, uno de los fundadores del museo, viajaba por Europa en busca de grandes obras de artistas ucranianos con el objetivo de acumular una colección valiosa y única. En Moscú descubrió las obras de Maximovich y se las llevó a Kiev como ejemplo del estilo moderno que a principios del siglo XX cautivó a toda Europa, y que dejó también una huella notable en la cultura ucraniana.
Hoy reconocemos su talento en las pocas obras que nos dejó y, por desgracia, no sabemos qué será de ellas tras la guerra en Ucrania. Sirva este modesto boletín para rendir un homenaje a Vsevolod Maximovich y mantener en la retina sus obras para que puedan ser recuperadas cuando, ojalá, Ucrania vuelva a respirar aires de paz y libertad.
Delicatessen.uy publica esta nota con expresa autorización del autor.