Jitanjáforas y sandía con vino | Álvaro Carballo

Alvaro Carballo (Montevideo, 1974). Periodista y cooperante humanitario. Actualmente conduce Historias propias en Canal 5, donde hizo otros ciclos como Hay Fiesta en el Pago y Salú Carnaval. Trabajó en diversos medios nacionales (Canal 10, El Observador, Guambia, Crónicas, X FM, Radio Centenario, AmLibre entre otros) y como freelance destaca haber publicado crónicas narrativas en Orsai y Quiroga. En el rol de cooperante, trabajó en Haití, Bosnia, Francia y República Democrática del Congo. Fue parte del equipo internacional que investigó y denunció ante La Haya al criminal de guerra congolés Ntabo Ntaberi, que actualmente cumple pena de prisión perpetua.

Un sabor de la infancia
Papas fritas con huevo frito.

Una manía confesable
Tener cierta rutina/organización para lavar los platos.

Un amuleto
Antes de viajar a zonas complicadas dejo un porro y una botella de vino en la mesa: eso me obliga a volver. Y me llevo una camiseta de Nacional y una campera de Unión Atlética.

El último libro que leí
Dunumurcu, de Marcos Robledo. Una colección de relatos breves, que combinan sensibilidad, capacidad de observación y juegos con palabras y estructuras literarias.

Una película que me marcó
The Doors (Oliver Stone) me hizo leer a Nietzsche.

Algo que evito
El vino con sandía.

Si pudiera volver a empezar sería
La reencarnación de Lucio Urtubia, un anarquista navarro que estafó al CityBank en 25 millónes de dólares y no se quedó con una moneda. Ayudó a tanta gente que cuando lo atraparon lo defendió el Estado francés.

Un lugar para vivir
Siempre cerca de la costa.

Un lugar para volver
Ruanda.

Una materia pendiente
Semiótica, nunca la aprobé.

Un acontecimiento que cambió mi vida
El 6 de febrero de 2018 nació Julia.

El escritor definitivo
En mi Olimpo están Onetti, Felisberto y Quiroga, pero Osvaldo Soriano es Osvaldo Soriano.

Algo que jamás usaría
Una combinación de amarillo y negro, o una musculosa con una gaviota.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Hoy, cuando me vi la panza en el espejo.

El lugar más feo del mundo
El Camp Brou.

Una rutina placentera
Cocinar.

Me aburre
Las personas que hablan monocorde.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Me gusta hacer mis mix de pimientas y salsas picantes. Las últimas dos fueron de chile campanita, una con ajo quemado al disco y la otra con manzana verde.

Una canción que aún me conmueve
Big Bang, de La Chancha: “No serás mi propiedad / no seré tu dueño / pero hay algo entre nosotros / que nunca va a cambiar / Vos tendrás tu libertad / y tus propios sueños / pero siempre habrá alguien / que te enseñe a caminar”. Se la cantaba a Julia para acunarla.

Un restaurante que nunca falla
Cualquiera donde estén Adrián Orio o Martín Lavecchia. Las papas fritas caseras del Bar Las Flores (Garibaldi y Raña), el trato amable en el carrito La Familia (Frugoni y Gonzalo Ramírez), los chivitos del Tinkal, el fainá de Papacho (Salinas), los gnocchi de brócoli de Sí Querida y el volcán de dulce de leche al horno de barro de Beija Flor (Maldonado ambos).

Algo que cambiaría si pudiera
La contaminación sonora.

El valor humano que más admiro
La capacidad de luchar por otros.

Una última palabra
Jitanjáfora.