Muchas veces los saludos y los buenos deseos que permanentemente decimos o recibimos, parecen frases vacías, que se dicen por compromiso. ¿Por qué no cambiar la pisada? ¿Por qué no hacerle caso a esas frases que por repetidas da la sensación que no tienen valor?
Hace veinte años que en el programa “Sábado Sarandí” que conduzco en Radio Sarandí, comparto una columna de libros con el crítico Rodolfo Fattoruso. Se trata de un hombre adusto, que de entrada no cae simpático, que es terminante en sus convicciones y las defiende a capa y espada, con el que discuto mucho y a veces nos peleamos por nuestras ideas. Rodolfo termina sus columnas pidiéndome una sola cosa: “sea feliz”. Así en forma terminante e imperativa.
La anécdota es muy simple. Entre Fattoruso y yo hay, quizás, muchas diferencias de ver la vida. Muchas de esas discrepancias quedan en evidencia en el programa –y los oyentes son testigos- sin embargo eso no impide que, en forma honesta y sincera, cada siete días me ordene que yo sea feliz. El ejemplo trasciende toda formalidad y estoy seguro que él realmente me desea felicidad.
Pero supongamos que esa despedida radial sea puro formalismo. Entonces la pelota pasa a mi cancha y decido hacerle caso. Procuraré trabajar y hacer mi vida en procura de ser feliz. Trataré de ser yo quien le ponga contenido a esa frases que pueden sonar vacías.
Hace algunos años, recuerdo una charla con un colega, Javier Riveiro, donde nos preguntábamos por esta moda que se ha instalado de gente que no lo conoce a uno le dice «cuidate» cuando se termina una conversación. Incluso hizo la pregunta en su Facebook. ¿Es un formalismo? ¿Una frase vacía? ¿De dónde salió ese “cuidate”? Obtuvo varios comentarios. Una amiga suya le explicó que “acá (por Estados Unidos) lo usan mucho el famoso «take care», y te acostumbras a decirlo y a escucharlo, pero si se piensa, la mayoría de la gente que te lo dice o a quien se lo decís, no les importa nada si te vas a cuidar o no. Creo que es más una costumbre de esas que repetís, de las tantas que usás a diario y que si las pensás no tienen demasiado sentido. Cuando yo la uso solo tiene sentido cuando se la digo a mi familia y a mis amigos porque de verdad quiero que se cuiden y estén bien, pero al resto de la gente con la que me cruzo, es solo como decirles «ok, que estés bien» solo que te acostumbras al famoso «cuidate».” Interesante reflexión.
Sobre otro tema, pero que viene a cuento, una sensible creadora, mujer de letras, dedicada a la poesía, Isabel de la Fuente, escribió que “hay un momento en la vida, en que debes alejarte del drama sin motivo y de la gente que lo provoca; de la energía negativa y la queja como modo de expresión, rodeándote de personas que te hacen reír tan fuerte que te olvidas de lo malo y te enfocas solo en lo bueno. Que te traten bien porque te quieren y arreglan las cosas hablando. La vida es demasiado corta para ser otra cosa que no sea ser feliz.”
Seguramente estamos rodeados de frases que, en apariencia, son buenos deseos. A veces lo son o muchas de ellas, son puro compromiso. Encaremos, cada uno de nosotros, una manera de ver la vida que signifique que esos buenos deseos no sean pura formalidad, sino que se transformen en una mejora en nuestra calidad de vida.