Emociones | Jaime Clara


El otro día, caminando por mi barrio, me paré a mirar la vidriera de una farmacia. Con sorpresa y algo de incredulidad, encontré un cartelito, escrito con drypen, a mano, que me inquietó. “Equilibre sus emociones”. Una pastillita o un jarabe –ni me acuerdo, pero poco importa- asegura esa nivelación para quienes compren la poción.

Confieso que me preocupó el hecho que alguien sugiera la posibilidad de equilibrar emociones. La capacidad de emocionarnos es parte de la fascinante condición humana. Obviamente que uno no puede andar por la vida con las sensibilidades a flor piel, sobre todo reaccionando en lugares inoportunos, sin motivo, pero tampoco tenemos que reprimirnos todo el tiempo.

¿Qué quieren decir con que equilibre las emociones? Quizás pueda estar errado en mis apreciaciones, pero no me parece necesario equilibrar algo que no siento que esté mal. Vivimos en una época donde los estereotipos mandan, las actitudes políticamente correctas y represoras también, donde uno no se puede salir de determinados parámetros. Parecería que si no estamos en la manada, no existimos. ¿Desde cuándo tenemos que controlar la capacidad de conmovemos o de reír?

Ya Aristóteles estudió las emociones y destacó que a partir de una obra artística, surgen catarsis, emociones. La visión aristotélica marca la respuesta emocional a la realidad determinante ante un hecho determinado. Y eso no ha cambiado con el correr del tiempo. Bienvenida sea la posibilidad de reaccionar emocionalmente, ante un hecho. No me gusta la gente que parece una sartén antiadherente, a la que todo le resbala.

Una emoción es el sentimiento que surge ante elementos o relaciones de la realidad o la imaginación, que se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica como reacciones faciales o pulso cardíaco. Las emociones surgen como respuesta ante una situación concreta y representa una posición respecto al entorno; actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, como cuando nos emocionamos o rebelamos al recordar algún aspecto de nuestra infancia, por ejemplo.

Siempre que no haya motivos patológicos, que lamentablemente son cada vez más frecuentes, me niego a que me prometan controlar las emociones. No se puede andar por el mundo con corazas o impermeables que impiden conocer mejor a las personas. Y una forma de conocer, es conocer las emociones.


Ilustraciones  Jean Dubuffet (1901-1985), pintor y escultor francés. Uno de los más famosos de la segunda mitad del siglo XX.