Padezco un TOC que evito tratarme porque me provoca un placer indescriptible | Raúl Ronzoni

Raúl Ronzoni (Montevideo, 1943) es periodista y escritor.  Su labor periodística comenzó en la sección deportes de Época. También escribió en Hechos, Ahora, Sur, El Debate y El Día. Desde 1991 se dedicó al periodismo judicial en el semanario Búsqueda.  Fue corresponsal de la agencia de noticias Inter Press Service y de los diarios Clarín, Folha de São Paulo y la revista Mercosur. También produjo programas de televisión y radio.
Tiene varios libros publicados. Ocasionalmente colabora con
Delicatessen.uy

 

Un sabor de la infancia
Si lo de «sabor» no es metafórico, las milanesas de mi madre y los tallarines con churrasco, especialmente cuando al final se mezclaba el jugo de la carne con la manteca de la pasta y se rebañaba el plato con el pan.

Una manía confesable 
No puedo parar de escribir. Creo que padezco un TOC que evito tratarme porque me provoca un placer indescriptible.

Un amuleto
No tengo.

El último libro que leí
Volví a El Quijote. Ordenando la biblioteca encontré una antigua edición con la cobertura de cuero y me sedujo. Quedan a la espera las obras completas de Dickens que aparecieron en el mismo lugar.

Una película que me marcó
En la adolescencia «Cantando bajo la lluvia»: la magia del carisma personal y el baile de Gene Kelly. Insuperables.

Algo que evito 
A esta altura de mi vida evito comer de más para bajar una ofensiva «panza».

Si pudiera volver a empezar sería 
Lo mismo que soy. Mi profesión es maravillosa.

Un lugar para vivir 
En Carmelo en una casa sobre el Arroyo de las Vacas.

Un lugar para volver
Italia, siempre Italia.

Una materia pendiente
Haber tenido más cuidado con mis ingresos y gastos.

Un acontecimiento que cambió mi vida
Mi profesora de literatura del liceo de Carmelo, Hebe Montes de Oca. Me iluminó el camino hacia las letras.

El escritor definitivo 
Imposible citar un sólo escritor definitivo. Cada año que pasa descubro otro.

Algo que jamás usaría
Peluca. Luzco orgulloso mi calva.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Hace años, recièn asumido un gobierno, esperé que terminara una reunión ministerial. Cuando los ministros iban saliendo llamé a uno por el que creía era su apellido. Me respondió: «Yo no soy, es aquél», me dijo,lo señaló y siguió caminando. ¡Un terrible papelón!

El lugar más feo del mundo 
Un pequeño pueblo de la India cuyo nombre no recuerdo: sucio, superpoblado, con las calles de tierra, una sola escuela y un pequeño recinto para la asistencia sanitaria a cuya puerta se formaba una interminable cola.

Una rutina placentera
Leer, leer y leer. A veces también mirar películas clásicas por TV.

Me aburre 
Los largos y tediosos discursos de los políticos para justificarse.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Gracias al mercado central de Valencia, en España, cocino y como una gran variedad de carne de caza, peces y mariscos. Con prudencia porque el bolsillo se resiente.

Una canción que aún me conmueve
«Sobre el arcoiris», tema central de El mago de OZ.

Un restaurante que nunca falla 
Imposible citar solo uno.

Algo que cambiaría si pudiera
Asegurar una mejor distribución de bienes y dinero.

El valor humano que más admiro 
La generosidad y las expresiones físicas de afecto que el coronavirus ha vetado.

Una última palabra
Como estoy más cerca de la lápida que de la pila bautismal, la mejor última palabra es «chau».