
Laura Martínez (Córdoba, 1973). Viajera curiosa. Librera de oficio y vocación. Le gusta cocinar para amigos. Amante de la bici y militante de la actividad física, aunque hace bastante que hace poco. Vive en Montevideo desde 2016. De afán creativo y emprendedor, fundó la Librería del Mercado especializada en libros gastronómicos.
Un sabor de la infancia
Las guayabas a la siesta en verano, y el café con olor a tierra mojada después de un chaparrón en el campo.
Una manía confesable
Detesto los tapers en la pileta a la espera de ser lavados, si tienen que esperar, que no sea dentro de la bacha.
Un amuleto
Los piñones de las araucarias, siempre que paso por una busco como perro sabueso hasta dar con la semilla, sin no aparecen estoy convencida que es un mal augurio.
El último libro que leí
Rara de Natalia Zito. Una catársis desgarradora del fin de una relación. Fue arrancar e imposible dejar de leerla hasta el final.
Una película que me marcó
Rocky, todas. Sobre todo de la 1.
Algo que evito
Las esperas en los bancos, las detesto y acá -en la banca pública- parece que es una suerte de deporte nacional.
Si pudiera volver a empezar sería
La misma que decició hacerse cargo, pero antes.
Un lugar para vivir
Montevideo cerca de la rambla.
Un lugar para volver
Yacanto de Calamuchita en las sierras de Córdoba.
Una materia pendiente
Tener un velero.
Un acontecimiento que cambió mi vida
El día que cobré mi primer sueldo y me fui a comprar unos libros, no abandoné mas la librería.
El escritor definitivo
Cortázar.
Algo que jamás usaría
Ropa rosa.
La última vez que pensé “tierra, trágame”
En una entrevista que quedó el micrófono abierto y no me di cuenta.
El lugar más feo del mundo
Las salas de espera de las emergencias de los hospitales, llenas de gente y pestes múltiples.
Una rutina placentera
Levantarme temprano, preparar el café y leer el diario en silencio.
Me aburre
Los torneos televisados de las categorías sub 23, 20,17, etc.
Una extravagancia gastronómica que frecuento
Gustos son gustos y todos son válidos, no se si es una extravagancia pero me gustan las pasas de uvas en las empanadas como llevan las empanadas cordobesas.
Una canción que aún me conmueve
Esos locos bajitos de Serrat.
Un restaurante que nunca falla
Shawarma Ashot, no es un restaurant pero aplica.
Algo que cambiaría si pudiera
La humedad de Montevideo.
El valor humano que más admiro
La solidaridad de los que menos tienen.
Una última palabra
Gracias.