Agua volcánica | Francesc Fusté-Forné

Países como Indonesia, Islandia, Italia, Japón, Nueva Zelanda, o el estado estadounidense de Hawái, son conocidos por sus volcanes. En el planeta hay miles de volcanes, activos o dormidos, que habitualmente se localizan en zonas con un valor paisajístico extraordinario. En la región central de Catalunya, en la zona de transición de los Pirineos orientales a la Costa Brava, se encuentra el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Este es un territorio que dispone de la mayor concentración de paisaje volcánico de la Península Ibérica, y una de las más significativas de Europa. Infinidad de itinerarios senderistas recorren las laderas y los cráteres de algunos volcanes, en un entorno paisajístico que ofrece también espectaculares bosques, como los hayedos (por ejemplo, la simbólica y literaria Fageda d’en Jordà).

Estos lares están también ocupados por la producción agrícola y ganadera, tan importante en entornos rurales y de montaña. Así, a mediados de los años noventa del siglo pasado, un grupo de restauradores de la zona crearon la marca Cuina Volcànica (Cocina Volcánica), con el objetivo de consolidar y promocionar una cocina de proximidad, basada en el terroir. Esto incluye, por un lado, la tradición cultural que se manifiesta en el recetario popular. Y, por el otro, el paisaje como origen de todo producto agroalimentario. Entre los productos que conforman la artesanía gastronómica local de raíces volcánicas se encuentran el fajol (trigo sarraceno), el farro (cereal mediterráneo), fesols de Santa Pau (una variedad de alubia que cuenta con la Denominación de Origen Protegida), el queso serrat de oveja y el recuit (requesón), los nabos negros, la patata de la Vall d’en Bas, el piumoc (un embutido de cerdo), el tomate rosa de Montserrat, la ternera, y el cordero. Algunos de estos productos también extienden su área de influencia por toda la cordillera de los Pirineos.

En cualquier contexto geográfico, las condiciones orográficas y climatológicas confieren a los productos alimentarios un sentido del lugar genuino, y sus significados culturales y naturales. En un entorno volcánico esto se acentúa aún más y el turismo aparece como un reconocimiento al valor del paisaje, al menos en sus prácticas sostenibles por parte de la demanda turística. Dentro del turismo de alimentos y bebidas, el enoturismo es el más conocido y reconocido, y del cual varios ejemplos se han presentado en Delicatessen.uy anteriormente. El turismo de bebidas incluye de forma creciente otras tipologías turísticas como el turismo del té o el turismo de la cerveza. Más raramente, el turismo del agua. No obstante, el agua transmite muy fidedignamente el proceso de autenticidad del paisaje a la mesa, del territorio volcánico a la copa.

Los manantiales, es decir agua que brota desde la tierra, representan varias posibilidades de ocio y turismo, como por ejemplo las visitas paisajísticas, actividades de bienestar y salud, y, en muchas ocasiones, una oportunidad para el desarrollo de empresas familiares que comercializan agua mineral natural. En la comarca de la Garrotxa se localiza el municipio de Sant Aniol de Finestres, que forma parte de la Mancomunitat de la Vall de Llémena. Aquí se encuentra el manantial de Sant Aniol, cuya agua nace en el paraje volcánico que distingue esta región. Un agua que se caracteriza no solo por el valor de su composición, sino por los significados simbólicos que implica su consumo. Y aquí es importante destacar como la identidad territorial se transmite en su packaging, con indicaciones como ‘origen volcánico’ o ‘pureza volcánica’.

Las zonas volcánicas, enmarcadas en entornos rurales y de montaña, son propicias para el desarrollo del turismo gastronómico, y, como una forma de especialización del mismo, de turismos especializados como el turismo del agua. Los matices de aromas y sabores que caracterizan los vinos, u otras bebidas espirituosas, son mucho más evidentes que aquellos presentes en el agua. Pero los catadores y sumilleres de agua muestran que, cada tipo diferente de agua, igual que el vino, también tiene su comparsa en la mesa. Los manantiales de agua mineral natural emergen desde el interior de la superficie terrestre, se impregnan del sabor del territorio y esto las hace portadoras de un significado único que arriba, también, al sector del lujo – aquello que es escaso es exclusivo. Sin decir nombres, todas y todos relacionamos el concepto privilegiado de agua mineral natural con determinadas marcas con gran presencia comercial y mediática, tanto a nivel nacional como internacional.

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