Elegir donde comprar | Alva Sueiras

Fue hace apenas unos días. Por más vueltas que daba, no conseguía encontrar el queso feta entre el sinfín de variedades, ubicadas a capricho, en las cámaras de frío de aquel enorme supermercado. A pocos metros apareció un señor. Iba vestido de un blanco inmaculado y llevaba uno de esos gorritos tipo grumete. Reponía quesos y fiambres en la cámara contigua. Rauda y veloz fui a su encuentro y le pregunté por la ubicación del queso extraviado.

–¿Feta? –me contestó con cara de interrogante.
–Si, el queso griego que viene conservado en salmuera en un botecito así –y ahí le hago el dibujito del bote con las manos en el aire.
–Ah no, ese no lo traemos acá –me espeta sin dudarlo.
–Si si, yo lo compro aquí –le respondo.
–Pero hace años que no lo traen más –insiste.
–A ver, lo compré hace un par de semanas y lo compro aquí desde hace años –le aseguro con convicción.
–Ah bueno, entonces le pregunto al encargado –me suelta y enseguida me da la espalda.

Lo sigo por el rabillo del ojo haciéndome la distraída, y en cuanto cree que estoy fuera del radar, vuelve a su rutina de reposición de quesos y fiambres como si aquel diálogo de besugos no hubiera tenido lugar. Ni le preguntó al encargado, ni tenía la más pálida idea de lo que era el queso feta, ni el más mínimo interés por averiguarlo o por ayudarme. El universo sabe cuan legitimada estaba para blasfemar internamente en arameo. Aquel señor escondido tras aquel uniforme blanco, sobre el cual resbalaban las palabras, hizo todo lo que no se debe hacer en materia de atención al cliente. 

Días mas tarde y de forma casi inconsciente, retomé la segunda etapa de mi lenta, parcial y paulatina retirada de ciertas superficies comerciales. ¿Por qué elegir el destrato frente a la oportunidad de experiencias de valor? Nos acodamos en una supuesta comodidad a costa de un sinfín de incomodidades, a pesar del sinsentido. 

Lo cierto es que recurrir al pequeño comercio de calidad me hace sentir mejor, emocional, física e intelectualmente. Con periodos más y menos afortunados, hace tiempo que vengo sustituyendo algunos pasillos del súper por comercios donde además de entrar generosa la luz del sol, te atiende quien mejor conoce el producto. Lugares donde la calidad, la calidez y el conocimiento profundo, son moneda corriente. Me costó muy poco desprenderme de los productos de dudosa calidad, para convertirme en asidua de panaderías artesanales, puestos especializados, eco mercados -cuyas frutas y verduras son menos bonitas pero infinitamente más sabrosas y saludables-, y vinerías de confianza. Retomar conciencia sobre la importancia de la experiencia de compra, me volvió adepta a comercios como la Librería del Mercado -en Mercado Ferrando-, la Resistance -y sus panes fabulosos-, el Eco Mercado -en Benito Blanco- y lavinoteca en Carrasco, como bien sabéis, templo de mi devoción.

La experiencia en lavinoteca

En materia de vinos, la profesionalidad e independencia de criterio en la selección es fundamental. Alejandro (propietario) y Jacqueline (sommelier) viajan cada año a España en busca de vinos que sorprendan y destaquen por su excelente relación calidad-precio, dentro de un margen que en origen no supere los 20 euros. De esta forma, se aseguran que los vinos seleccionados en destino están enmarcados en un rango de precios razonables para el consumidor uruguayo. No buscan el ahorro a través del volumen, lo cual garantiza la rotación de botellas y por extensión, que los vinos se vendan en periodos de consumo óptimo. Creanme cuando les aseguro que esta es una enorme ventaja que te aleja de vinos en periodo de decadencia. Además, conservan las botellas en óptimas condiciones y la cantidad de vino expuesto en posición vertical es siempre mínima. Ni que hablar del cuidado en la selección de las luces del local en relación a la exposición del vino.

El trato personalizado es otro de los grandes fuertes y garantías del local. Si eres de los que siente que no sabe demasiado de vinos, este es tu lugar. Jacqueline Silva, sommelier a cargo, sabrá guiarte y orientarte esforzándose en entender lo que necesitas y lo que se adecua a tus gustos, aunque no sepas del todo bien como expresarlo. No van a intentar venderte lo que ellos quieran, van a intentar encontrar lo que es perfecto para ti, y eso, realmente, marca la diferencia. En cualquier caso, no permitas que la simpatía y amabilidad de Jacqueline te nuble. Tras esa humildad genuina, se esconde una destacada figura de la sommellerie en Uruguay (III Nivel Award in Wine del Wine & Spirit Education Trust (WSET) y pendiente de completar la tesis para recibir el prestigioso título de Master of Wine).  La experiencia en lavinoteca incluye las bondades del sistema de conservación Coravin, que permite degustar un vino sin descorcharlo y por extensión, sin que el resto de líquido contenido en la botella se oxide. Gracias a este prodigioso sistema, también se pueden catar vinos in situ. 

Cuando hablamos de vinos españoles yo elijo a a Alejandro y a Jacqueline, por la calidad en la selección del producto, por los mimos y cuidados que le proporcionan, por la calidez del trato, por la honestidad, por la responsabilidad con la que trabajan, por la relación calidad-precio, porque siempre aprendo y porque me hacen sentir bien, cuando converso con ellos en el local y cuando degusto y comparto sus fabulosos vinos con mis sentidos afectos. 

lavinoteca
Arocena Mall
Avenida Arocena casi Rivera
Carrasco (Montevideo)
Abierto de lunes a sábados de 11:00 a 20:00
Teléfono: 2605 6793
www.lavinoteca.uy