Siempre fui fanático de los dibujos de humor negro del francés Roland Topor (1938-1997). Hace algunos años encontré un libro de relatos que fue toda una sorpresa, ya que no sabía que el admirado ilustrador y dibujante, también escribía. Como una suerte de bonus track, el libro tenía las ilustraciones de un nombre hasta el momento desconocido: Pat Andrea. Recuerdo que aquel libro de relatos lo devoré en pocos días, en unas inolvidables vacaciones. Los dibujos de Andrea eran tan incisivos como el mismo relato de Topor. Aquel libro todavía está grabado como un hallazgo a varias puntas. Hace algunos días me regalaron un maravilloso libro cuyo impacto me lleva a escribir esta columna. Perdonen la excesiva adjetivación, pero en estos casos, es necesaria. Por un lado, Julio Cortázar en un texto sobre tango, y por el otro, las ilustraciones una vez más de Pat Andrea. La admiración por Cortázar, igual que antes por Topor, se junta con la compañía de estas maravillosas ilustraciones. Así que está claro, que Pat Andrea, se involucra con artistas por los que tengo devoción. De ahí la pregunta que da título a esta nota, para presentarlo a los amigos de Delicatessen.uy: ¿quién es Pat Andrea?
Pat Andrea fue ilustrador, dibujante, pintor, escultor escritor y cineasta francés, de origen judío polaco. Nació en 1942 en La Haya, Países Bajos. Sus padres se dedicaron también a las artes visuales, la ilustradora Metti Naezer y el pintor Kees Andrea. La corriente artística en la que lo han ubicado los críticos es la llamada «nueva subjetividad». Se trata de un movimiento artístico surgido en Alemania a comienzos de la década de 1910 que rechaza al expresionismo. El movimiento acabó, esencialmente, en 1933 con la caída de la República de Weimar y la toma del poder por los nazis. El término se aplica a obras de arte pictórico, literatura, música, arquitectura, fotografía o cine.
De 1960 a 1965, Andrea estudió en la Real Academia de Bellas Artes de La Haya. Junto con Walter Nobbe y Peter Blokhuis, fundó el Grupo ABN (A ndrea, B lokhuis, N obbe). Se hicieron conocidos como la Nueva Escuela de La Haya. En 1977, Jean Clair le invitó a participar en la exposición «nueva subjetividad» en el Festival de Otoño de París, junto a destacados artistas europeos. En 2002 fue elegido miembro correspondiente de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Francia.
Un momento fundamental de su vida personal y artística, fue el viaje a América Latina y su radicación, por varios años, en Buenos Aires. Llegó al día siguiente del golpe de Estado, en 1976, por lo que se cuenta, gracias a un intercambio por carta, de otro gran artista plástico, Guillermo Roux. Allí conoció a su esposa, Cristina Ruiz Guiñazú. En un viejo artículo de Clarín, se lee que “el vínculo entre Pat y la Argentina nunca se rompió: esposa argentina y su musa en las obras, hijos binacionales, porteño impecable y un atelier, el Cabrera, en Palermo, que compró cuando nadie vivía allí». “Soy un pintor híbrido, como ahora los autos con nafta y electricidad. Encuentro mis inspiraciones en dos culturas diferentes. Me siento verdaderamente un ciudadano del mundo”.
En una entrevista con el diario argentino, se le pregunta por la presencia de la sexualidad en su pintura. Andrea responde: “Yo decidí en un momento dado, cuando descubrí el mundo positivo del sexo, de integrarlo en mi pintura, de no esconderlo. Pintar sobre eso sin tabú, hacerlo como me gusta. Eso quiero decir que no es el sexo brutal, carnal. Es con humor, con alegría, a veces con sus problemas. Porque el sexo entre dos personas puede ser muy simple, pero con más personas integradas es complicado. Viví en este tiempo y quería pintar eso (…) El sexo es necesario para que nuestra especie continúe existiendo. Es una cosa básica de gran fuerza en lo que somos: homo sapiens.”
También se hace referencia a otra opinión de los críticos, sobre la presencia de la violencia y la muerte en sus pinturas. El artista es contundente. “No soy una persona violenta. Por eso la violencia me interesa mucho en los otros, observando en la sociedad. Como no soy mujer, pinto mujeres. Porque observo a las mujeres. Justamente mirando dibujos ayer, vi uno de mis años de estudiante en Bellas Artes. Vi un dibujo muy violento con una explosión, manifestación en la calle, un caballo que cae con un policía en la explosión, gente que ruedan por el aire con las tripas afuera. Es fascinación por esta cosa que es tan mala, tan horrible. La muerte no, eso es equivocación. La muerte no me interesa como para integrarla en mi pintura. Pero el sexo y la violencia sí.”
Perros y cuchillos. “Esos fueron dos elementos muy queridos, muy utilizados y manipulados en mis primeras imágenes. Ahora me doy cuenta de que los dos elementos vienen un poco de mi madre. Porque el primer perro que quedó en la casa de mis padres, cuando era chico, lo llevé yo de la calle. Un perro que me siguió y yo dije: “¿Mamá, puedo agarrarlo?”. Pero yo después nunca he tenido perro. Pero mi madre y mi padre tuvieron, después de este momento, siempre perros. Yo observé el rol del perro en la pareja y vi que el perro es muy útil. Si tenés ganas de darle un poco de mimos, la otra no quería, se lo podes hacer al perro y al revés, si querías dar un bife, le dabas al perro. Así pinté la pareja con el perro intermediario. Y el cuchillo es que mi madre coleccionó cuchillos. Y así se llama una exposición que hice en Madrid. Conexión con Argentina porque es el arma con que se disputan las cosas en la Argentina: el cuchillo y no el revólver. Dibujé la serie de La Puñalada, interpretando palabras del tango “La Puñalada” en Argentina. Intentando contar algo que yo viví en Argentina con los desaparecidos, con el tiempo de los militares . Todo eso en una serie de dibujos, La Puñalada , para que finalmente Julio Cortázar me escribiera un cuento, “Tango y Vuelta” y lo hicimos en un libro juntos. El arma que resuelven mis dibujos es el puñal. El perro desapareció un poco.”