La casa de las flores y el pan | Niré Collazo

Pan desmigado

Entré a la casa de las flores. Una hortensia miraba tranquila.

La araña tejía en la ventana, sin pedir permiso, hasta que un rayo de sol la encandiló y la hizo visible.

Colgaban las cortinas con rosas grandes y pétalos verdes.

Pasaban por abajo la gallina y su cortejo de hijos, unos gatos de colores con rosas en las orejas.

Entró el hada. Mitad lila, mitad verde era su pelo. Abundantes rulos por donde subían y bajaban pequeños escarabajos con lentejuelas, construyendo, creando.

Los gatos desaparecieron dejando el tendal de pétalos.

El perfume embriagaba todo. Borrachas las arañas cortaron el paso a los  gatos que regalaron sus orejas rosadas.

Allá iban los gatos sin orejas a ponerse otros sombreros de otras flores.

Empezó a llover y todos se refugiaron en el enmarañado pelo lila de rulos. La conversación seguía pausada, lenta, mientras el perfume se metía abajo de mi piel.

Ahora otro aroma entró como una ráfaga. Aroma a pan recién horneado, a levadura fresca, a leche caliente.

Y la voz de mi mamá: – no comas pan caliente que hace mal.

Nosotras mandábamos a los gatos a robar pedacitos de pan. Los gatos mordían y entre sus dientes afilados nos traían pan a mí, su mamá niña y a mi hermana abuela.

Los gatos vestían de rosa y organdí con zapatitos de crochet y tocados de plumas.

Un pan, dos, tres, cuatro, una rosca. Todo pronto para llevar a la mesa y la vecina que pregunta:
-¿Doña Amanda, me da la receta?-

-Bueno- un poquito de cada cosa, como la vida, vio, como los cuentos, vio. Usted no dice que es narradora? Bueno más o menos así.

– Empiece presentando los ingredientes y  elija el lugar donde cocinará y piense en sus comensales o sea su público.

Se necesita cariño, tiempo, paciencia. Amase, airee, amase, espere, de forma. Lleve al horno el tiempo necesario. A veces puede fallar pero intente de nuevo.

El pan, caliente, de cáscara dorada, estaba arriba de la mesa

-No comas pan caliente, esperá que se enfríe.

Los gatos salieron de entre los rulos del hada y mordisquearon el pan para traérmelo.
– Ya anduviste pellizcando el pan, la próxima te corto los dedos.

Y se reía mi mamá que pregunta -¿y los gatos comieron hoy?

No volví a la casa de las flores.