Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970. Su novela “Una noche con Sabrina Love” recibió el Premio Clarín de Novela en 1998 y fue llevada al cine en 2000. Publicó además las novelas “El año del desierto” y “Salvatierra”; un volumen de cuentos, “Hoy temprano”; y dos libros de poesía, “Tigre como los pájaros” y “Consumidor final”. Ha sido traducido y editado en Francia, Italia, España, Portugal, Polonia y Alemania. En 2007 fue incluido, por el jurado de Bogotá39, entre los mejores escritores jóvenes latinoamericanos. En 2011 condujo el programa de televisión sobre libros Impreso en Argentina. En 2013 publicó “El gran surubí”, una novela en sonetos, y “El equilibrio”, una recopilación de sus columnas. Sus artículos y crónicas están publicados en “Maniobras de evasión” (Editorial Universidad Diego Portales). En 2016 publicó la novela “La uruguaya”.
Un sabor de la infancia
El jugo radioactivo que venía en las naranjitas de plástico.
Una manía confesable
Bajar el volumen de los aplausos en los discos de conciertos en vivo.
Un amuleto
A veces, cuando viajaba mucho solo, me llevaba un autito de juguete de mi hijo. El primero me lo dio él.
El último libro que leí
La ilusión de los mamíferos, de Julián López.
Una película que me marcó
La sociedad de los poetas muertos.
Algo que evito
La tele.
Si pudiera volver a empezar sería
Escritor.
Un lugar para vivir
Entre Ríos.
Un lugar para volver
Sydney.
Una materia pendiente
Carpintería, luthier.
Un acontecimiento que cambió mi vida
Un choque en ómnibus a los 17 años.
El escritor definitivo
García Márquez.
Algo que jamás usaría
No quiero tachar nada.
La última vez que pensé “tierra, trágame”
Cuando se me hizo una laguna en mi charla Ted. Pero nadie se dio cuenta.
El lugar más feo del mundo
Las autopistas repletas.
Una rutina placentera
Anotar cosas en mi cuaderno.
Me aburre
Netflix.
Una extravagancia gastronómica que frecuento
El turrón de quiosco.
Una canción que aún me conmueve
La oración del remanso, de Fondermole.
Un restaurante que nunca falla
Lo de Pepe, bar cerca de casa.
Algo que cambiaría si pudiera
El sufrimiento de los niños.
El valor humano que más admiro
El arrojo de la improvisación.
Una última palabra
Madreselva.
Foto: www.diariodesevilla.es