Sobre el origen del nombre Montevideo | Marcelo Marchese

Ningún nombre es arbitrario. Nombre es destino, pero para saber el destino, se precisa saber el nombre. Nos han dicho cosas sobre el origen de la palabra Montevideo, todas cosas verdaderas, y a su vez, falsas. Monte vi eu, tiene algo de cierto, pues el monte que vi es parte del asunto. Monte sexto de este a oeste, Monte VI D E O, también tiene algo de cierto, pues viniendo del mar, Montevideo es el monte sexto, sin embargo, las dos explicaciones son mentira, o las dos son aproximaciones a la verdad, las dos son intentos fallidos de llegar a la verdad y su falla radica en el miedo.

Se trata de estudiar las palabras por su sentido elemental y esta tarea es una de las tareas más difíciles. Se debe pensar en lo que dice el mensaje, como aconseja Feyerabend en su autobiografía, leer los titulares de los periódicos para conocer lo que en verdad se está diciendo.

El sentido de la palabra Montevideo es tan evidente y cegador, que no lo vemos. Monte Vi Deo, en el Monte vi un Dios, o en el monte vi un espíritu. El hombre desconfiado dirá que no puede ser, pues no existen los espíritus, pero que el hombre desconfiado no vea, sólo prueba que no ve a causa de su desconfianza. Las representaciones de los espíritus en el arte se repiten con asombrosa exactitud a todo lo ancho de la tierra y en todo lo profundo de la Historia.

¿Por qué el espíritu se hallaba en lo alto de un monte? Fue en lo alto del monte donde Satán tentó a Jesucristo. Los espíritus gustan de atravesar los límites, gustan del umbral que lleva de un mundo a otro y el umbral es la unión del cielo y la tierra, la cima del monte. Todos sentimos algo especial cuando subimos a la cima de una montaña ¿no es así? Los espíritus gustan del atardecer y del amanecer, por eso el atardecer y el amanecer tienen algo mágico, pues los espíritus viajan el cambio de ciclo para habitar otra morada. El día se refugia en la noche para conocerse y conocerla. La noche da refugio al día para entenderse y justificarse.

En cada bisagra hay un espíritu, en cada puerta y cada ventana hay un espíritu, en cada umbral que une dos mundos, como nuestra boca, anida un espíritu. En ciertas puertas de Montevideo, los buzones son boca de leones, pues el Arquitecto sabe que por las aberturas se cuelan los espíritus y las gárgolas de las catedrales, están colocadas sobre las altas aberturas de las catedrales.

El espíritu de Montevideo se hizo evidente a aquellos viajeros por la intensidad de límites que significa Montevideo. Es el lugar, el tercer lugar, la tercera península, donde la tierra se adentra en el mar, donde se une la tierra y el cielo y el agua y la tierra, donde se une el río dulce y la mar salada y donde luego se unirá el europeo con el americano, donde se unirá lo que se ha llamado barbarie con lo que se ha llamado civilización y donde el campo derramará su riqueza sobre la ciudad.

¿Qué nombres le dieron los primitivos habitantes de esta tierra a Montevideo? No lo sabemos y esa es nuestra riqueza, pues nos obliga a imaginar los nombres de Montevideo ¡Qué lindo es imaginar tus nombres, Montevideo! Si serás hermoso que que el poeta bisagra, el poeta que vivía en la ciudad abierta al campo, el que tenía dos lenguas, el que abandonó el país bárbaro para escribir en el país civilizado, te sintió con tanta fuerza que adoptó tu nombre, Lautréamont, L’autre mont, El otro monte.

¿Dónde está ahora el espíritu de Montevideo? ¿Ha muerto? ¿Es que puede morir un espíritu? Para saber si vive o ha muerto debemos comprender que nosotros somos bisagras y que los espíritus gustan de las bisagras, nosotros somos umbrales y los espíritus precisan de los umbrales.

Montevideo no era el único espíritu de esta tierra, pero era el más poderoso y por eso aquí se fundó la ciudad del país que sería el complemento del otro país, el que se encuentra próximo y por ahora, ajeno.

El destino de Montevideo, el destino que anuncia su nombre, aún está por revelarse. Donde anidaba el espíritu fue construida una fortaleza. Donde había templos de antiguos cultos, sobre sus cimientos se erigen nuevas Iglesias. Los cambios de ciclos celebrados por los pueblos se han convertido en fechas, en números, en sellos que ocultan sus propósitos, pues se teme a las bisagras y se usa el poder de las bisagras, pues la bisagra es la no frontera con el otro mundo. L’autre mont, el otro mundo ¿Si el espíritu de Montevideo ya no anida en el monte, dónde anida ahora el espíritu de Montevideo?

Como el espíritu gusta de las aberturas, el espíritu de Montevideo vive en nuestras bocas cuando decimos Montevideo, vive en todo aquel que en el extranjero extraña, de manera misteriosa, la rambla de Montevideo, vive en todos los que hicieron canciones hermosas a Montevideo, pues en nuestra boca anida un espíritu y es él quien habla cuando cantamos.

El espíritu de Montevideo es un espíritu de nuestra tierra. Mientras tenga lugares donde refugiarse, vivirá el espíritu de nuestra tierra.