Una visita obligada al menos para mi gusto es La Grande Épicerie en París. Ubicada frente a Le Bon Marche, uno de los almacenes más elegantes de la ciudad, este reducto gourmet alberga una interesante oferta de productos que van desde panes, aguas, vinos, frutas, verduras, especias, tés, aceites y miles de delicatessen. Cada local está ubicado en un área especialmente reservada y dedicada a tal fin. La Èpicirie es un lugar en el que se puede percibir en cada visita las tendencias, así como obtener los viejos y queridos clásicos. Sin dudas no es de los lugares más baratos, pero no siempre hay que comprar, sino que hay que tomarlo como un paseo de Aggiornamiento.
A una cuadra de la salida del Metro en la estación de Sèvres Babylone, se encuentran estos dos íconos de la moda y la gastronomía. Ambos propiedad de Le Bon Marche (“el buen trato” en francés), fue uno de los primeros edificios del mundo en ser diseñado como gran almacén, lo que hoy denominamos centro comercial o shopping. Su fundador Aristide Boucicaut abrió las puertas de un pequeño almacén en 1838.
Unos años después, en 1870, se inauguró un nuevo local construido con la ayuda del mismísimo Gustave Eiffel y cuenta la historia de la empresa que tras adoptar como emblema los anillos entrelazados en 1914, Pierre de Coubertin encargó que la primera bandera oficial se hiciera y flameara en el gran almacén para los Juegos Olímpicos de Berlín de 1916.
Sus descendientes fueron dando cada vez más forma al sueño del visionario Aristide, creando no sólo una marca de referencia en el mundo, también generando un nuevo concepto de compra. La empresa resistió los avatares de la Segunda Guerra y los contratiempos económicos de los diferentes gobiernos de turno. Luego llegó el turno a la Grande Épicerie de París, un edificio ubicado frente por frente a Le Bon Marche (que unos años después se contactaría por un puente cerrado, vidriado y colgante que cruza la calle), recinto donde se entremezcla la crema y la nata de los productos gastronómicos de origen francés y del mundo.
En la actualidad, La Grande Épicerie de Paris -propiedad del Grupo LVMH- ocupa una superficie de poco más de 3.000 m2 y vende 35.000 productos gourmet. El establecimiento consta de cuatro departamentos principales: comestibles (groceries), productos frescos, vinos (the wine cellar) y production kitchens -65 personas trabajan todos los días en las cocinas para abastecer al restaurante, catering y las secciones de pastelería y panadería-. Pastelería, Chocolatería, Boulangerie, Embutidos, Rôtisserie, Boucherie, Fromagerie, Pescadería son los departamentos que componen este gran almacén, donde se puede contar con la ayuda de expertos artesanos mientras se hace la compra.
Manteniendo la tradición de gran tienda del siglo XIX, la parte central se ha abierto con una cúpula de cristal, y escaleras mecánicas que conectan los tres niveles de la tienda. Los puntos más altos a mi entender son la pastelería, la carnicería, la pescadería, la oferta de aceites extra virgen (más del 60% son de origen francés), el abanico de aguas que van desde precios módicos de 1,85 euros (unos $ 70 pesos uruguayos) a algunos de más de 3000 pesos por botella de litro y el universo del té.
No me impactó lo que probé en la Rotisería que, a pesar de ser absolutamente vistosa, dejaba mucho que desear en cuanto a sabor, a pesar de ser todo muy fresco. La panadería no es el punto fuerte para lo que se puede degustar en muchas boulangeries de Paris. En los pisos superiores se puede almorzar en el restaurante La Table o comprar utensilios e indumentaria de cocina a precios que confieso se disparan del resto del mercado. De cualquier forma, me sumergí de lleno en este mundo, para mi apasionante, y disfruté de 3 horas que no dudo en repetir en cada visita a esta maravillosa ciudad.
Dato curioso, me encontré con una góndola repleta de insectos de la marca Microdélices (tenebrio una suerte de gusanillos sabor BBQ o al curry en una caja con 10 gramos, el equivalente a 250 unidades a 8.50 euros unos 320 pesos uruguayos; Sauterelle (unos saltamontes en diferentes sabores como curry, tandoori, pimentón ahumado y unas cucarachitas que por más osada que he sido en esta profesión aún no me he animado a probar.
Este año me había propuesto visitar el nuevo local de la empresa, ubicado en la Rue Passy (les sugiero tomar un metro y bajarse en la estación La Muette). Su importante frente convertido en un jardín colgante, es sin dudas el atractivo junto con la extensa oferta de productos de alta gama, los puntos fuertes de la propuesta.
A diferencia del predio de Rue de Sèvres este local es a mi gusto un poco frío e impersonal y el servicio poco atento, desordenado y fundamentalmente desinformado. De cualquier forma la visita valió la pena debido a que descubrí algunos productos que no los había visto en el local central.
Local tradicional 38 Rue de Sèvres,
Nuevo local 80 Rue de Passy