Es innegable que la ciudad de París siempre sorprende por su dinamismo y capacidad de sumar actividades y lugares que puedan despertar el interés de cualquier mortal, más allá de sus preferencias. Por eso, de ingreso y de regreso a Europa, siempre me tomo el tiempo de disfrutar de París y de visitar lo nuevo y lo de siempre, que en lo personal, nunca me cansa.
Cerveza, historia y modernidad en un solo lugar
De paseo por el Barrio Latino, me encontré con una iniciativa de la reconocida marca francesa de cerveza Kronenbourg, cuyo origen data de 1664, año en el que su creador Jérome Hatt obtuvo su diploma de maestro cervecero y decidió fundar la empresa en la ciudad de Estrasburgo.
A pesar de ser una cerveza muy conocida en el país galés y de exportarse a más de 40 países (incluso se puede encontrar en Uruguay), la empresa hoy compite en su mercado de origen con otras marcas nacionales, muchas importadas y la incorporación permanente al mercado de las artesanales que están dando pelea a nivel mundial.
Por esta razón, me explicaron los responsables de esta movida, que es necesario generar acciones que atraigan a los consumidores y que fidelicen. Por este motivo, adquirieron por un mes una hermosa casa de estilo neoclásico a la cual denominaron L´Atelier 1664, ubicada en la rue du Cardinal Lemoine en pleno corazón de Paris y a sólo 2 cuadras del Sena.
Del 2 del 9 al 31 de mayo en 800 m2 y 300 metros de jardín, montaron un original reducto culinario donde se combinó el estilo conservador del edificio, con equipamiento de líneas muy modernas y despojadas. La propuesta consistía en tres restaurantes, una sala de degustación y de elaboración a pequeña escala, un simpático food truck y 2 barras donde se combinaban aromas y sabores tomando como producto principal la cerveza de la empresa y por las noches, música a cargo de jóvenes dj´s y músicos locales. Original, elegante y con profesionales de la gastronomía que maridaban a la perfección los bocados y platos ofrecidos. Precios por demás accesibles y un ambiente inigualable.
La idea de la empresa es trasladar esta excelente experiencia a distintos puntos del país, buscando edificios emblemáticos, lugares con historia y una oferta accesible para todos los bolsillos. La empresa alquila habitualmente por no más de un mes edificios con historia, contratan jóvenes decoradores que se inspiren a partir de las características edilicias, la propuesta gastronómica cambia en cada locación, la música se adapta a los diferentes contextos, le dan vida a los distintos barrios y ciudades de Francia y los consumidores se preparan para las sorpresas que le depara cada acción. Al menos en esta oportunidad, les puedo asegurar que bien valía la pena más de una visita.
La Felicitá
Con una propuesta gastronómica contemporánea y en un espacioso recinto de 4500 metros cuadrados de los cuales 1000, pertenecen a la terraza, La Felicitá (lo último de Big Mamma, un emprendimiento liderado por dos jóvenes emprendedores), está dando que hablar en la ciudad parisina. Este mega proyecto está instalado en la vieja Station F, en el 55 Boulevard Vincent Auriol (lo más aconsejable es tomar el Metro 6 y bajarse en la parada Chevaleret y caminar pocas cuadras), es sin dudas un suceso entre la gente joven.
El predio se divide en espacios denominados Cocina Central, Concerto, Enoteca Sexy Burger, lTrattoria, Caffetería, Mezzanine, Biblioteca, La Birra, Panificio, Coctail Bar y en la terrraza se puede disfrutar de la Pizzería y la Griglia. Estos ambientes conforman el multi espacio del que se vanaglorian los franceses diciendo que es el restaurante más grande del mundo, a pesar de que los catalanes dan pelea diciendo que es el Nacional ubicado en Barcelona en el Paseo de Gracia.
Cocinas a la vista, mucha madera, plantas por doquier, diferentes lumínicas, ambientes con improntas decorativas diferentes, son algunas de las características que se propusieron sus creadores, los jóvenes emprendedores Victor Lugger y Tigrane Seydoux. La consigna fue, desde el momento de su concepción, ofrecer una cocina popular italiana a precios que no sean elevados (se puede disfrutar de un opulento plato por 10 euros, unos $ 370 pesos uruguayos, y hay una amplia variedad de combos que van de $ 300 a $ 500). Una amplia oferta de pastas y pizzas son el epicentro del negocio. Lo que más me impactó es el colorido interior y la diversidad estética.
Ideal para la gente joven, ya que les confieso que las colas que tuve que hacer para ingresar, sumadas a las filas que se generan para realizar los pedidos más el hecho de conseguir lugar para sentarse, es sin dudas para gente que cuenta con tiempo y mucha paciencia. Por otra parte, no me quitan el sueño estos nuevos formatos de mercados modernosos, ruidosos y extremadamente concurridos, prefiero sin dudas los lugares que permiten disfrutar de la comida con tiempo y pausa, pero me parecía un visita obligada para ponerlos al tanto de lo nuevo.