No existe lo definitivo en ningún área | Teresa Porzecanski

Teresa Porzecanski (Montevideo, 1945) es escritora de ficción, licenciada en Trabajo Social, licenciada en Ciencias Antropológicas, doctorada en Trabajo Social, posgrado en Hermenéutica, y maestría en Sociedad de la Información. Se ha desempeñado como investigadora y docente universitaria en Uruguay, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Suecia, España y Puerto Rico. En ensayo, ha publicado más de un centenar de artículos y varias obras de Ciencias Sociales y Trabajo Social. En ficción narrativa, ha publicado El Acertijo y otros cuentos (1967), Historias para mi abuela (1970), Esta manzana roja (1972), Intacto el corazón (1976), Construcciones (1979), Invención de los Soles (1982), Ciudad Impune (1986), Mesías en Montevideo (1989, 2005), La respiración es una fragua (1989), Perfumes de Cartago (1994, 1995, 2003), La piel del alma (1996), Nupcias en familia y otros cuentos (1998), Primeros Cuentos (1998), Una novela erótica (2000), Felicidades Fugaces (2002), Palabra líquida (2006, 2009) y Su pequeña eternidad (2007), Cosas imposibles de explicar y otros cuentos escogidos (2008), Irse y andar (2011, 2016). Ha recibido reconocimientos del Ministerio Educación y Cultura (1967, 1976, 1995, 2007, 2007), la Intendencia Municipal de Montevideo (1986, 1989), Beca Guggenheim (1992), Premio de la Crítica Bartolomé Hidalgo (1995), Premio «Morosoli»de Literatura (2004), Beca Residencia Bellagio (2006). Textos suyos integran diversas antologías iberoamericanas y han sido traducidos al holandés, francés, inglés, alemán, portugués, rumano y húngaro.

 

Un sabor de la infancia
Helado Conaprole mixto en vasito de cartón, cucharita de cartón, comprado al heladero de carrito en el Parque Rodó.

Una manía confesable
Soy adicta al cine.

Un amuleto
El ojo azul y blanco contra el mal de ojo.

El último libro que leí
Lugares imaginarios, de Umberto Eco.

Una película que me marcó
El pianista, de Roman Polanski

Algo que evito
Las muchedumbres

Si pudiera volver a empezar sería
Trapecista de circo.

Un lugar para vivir
Solis, en Maldonado.

Un lugar para volver
Jerusalem, siempre.

Una materia pendiente
Diseñadora de interiores

Un acontecimiento que cambió mi vida
Haber perdido a mis personas queridas

El escritor definitivo
No existe lo definitivo en ningún área.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Olvidé el nombre de la persona que me estaba saludando entusiastamente, y tuve que esperar hasta que por la conversación que llevábamos, se hizo su nombre.

El lugar más feo del mundo
El pobrísimo mercado de Yaoundé, en Camerún.

Una rutina placentera
Regar las plantas, alimentar a mi gata.

Me aburre
Que las personas piensen que todo lo que les sucede, les sucede solo a ellas.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Sigo la dieta de la antigua medicina india, ayer veda.

Una canción que aún me conmueve
Ray Charles, Georgia on my mind.

Un restaurante que nunca falla
La Pasiva.

Algo que cambiaría si pudiera
La mente de los racistas y de quienes tiene prejuicios peligrosos.

El valor humano que más admiro
El coraje

Una última palabra
Gracias a Dios.