19 famosos cafés y bares literarios | Alejandro Gamero

Tertulia del Café Pombo por José Gutiérrez Solana

Hace unos meses que leí Poética del Café, de Antoni Martí Monterde, un ensayo donde se explora el Café como espacio literario por excelencia, institución creadora y recreadora de la modernidad. Desde prácticamente sus inicios, en el siglo XVIII, los escritores han utilizado los Cafés además de como lugar de trabajo como punto de encuentro. Las tertulias literarias son habituales en países como Francia, España, Alemania, Suiza o Viena. Pero es que hoy en día, descrito en libros y películas durante décadas, la idea del escritor en un café se ha convertido en casi un cliché. Muchas cafeterías son conscientes de ello y tratan de potenciar su historia literaria para atraer a nuevos clientes, algo que desde luego pueden hacer por derecho propio. No es extraño encontrarse con jóvenes escribiendo en sus portátiles en esas cafeterías, tal vez llevados por la idea de sentarse en el mismo sitio donde se sentaron sus escritores favoritos, donde crearon algunas de sus páginas más memorables, dispuestos a repetir la hazaña.

A continuación una lista con algunos de los más célebres cafés literarios. Pero antes haré un par de precisiones. La primera es que abundan los cafés de España, ya sea porque somos un país con una enorme y sólida tradición de tertulias literarias, o simplemente por cercanía espiritual. La segunda es que no he podido evitar la tentación de incluir algún que otro café ya desaparecido y que, por tanto, no es posible visitarlo; su importancia en la historia de la literatura es la que me ha obligado a hacerlo ‒estos son, evidentemente, los únicos en los que no he podido añadir enlace a la página oficial‒.


Antico Caffè Greco

Abierto en 1760 en el número 86 de Via Condotti, en Roma, se considera la cafetería más antigua de la ciudad y la segunda más antigua de toda Italia, solo superada por el Caffè Florian de Venecia, que abrió en 1720. Es una de las mayores instituciones literarias de la capital italiana. Y es que por sus mesas han pasado Goethe, Schopenhauer, Stendhal, Keats, Mary y Percy Bysshe Shelley, Lord Byron, Henrik Ibsen, Hans Christian Andersen o Nikolai Gogol. En los años 1950 fue también frecuentado por autores españoles exiliados en Roma, como María Zambrano o Ramón Gaya. La lista sería interminable porque no hay escritor que pase por la ciudad y no lo visite.


Caffè Pedrocchi

Esta cafetería de Padua, Italia, es conocida por su ecléctica decoración y su mezcolanza de estilos. Poco después de abrir sus puertas en el siglo XVIII, se hizo tan popular que el propietario tuvo que contratar a un arquitecto para ampliar el edificio, algo que se hizo copiando los estilos de los edificios más próximos. Fue el escenario de los levantamientos estudiantiles de 1848 contra la monarquía Habsburgo. Además, debido a su ubicación privilegiada y a su proximidad con la sede del gobierno, esta cafetería pronto se convirtió en el centro cultural y comercial y en un lugar de encuentro para estudiantes, artistas y escritores. Entre estos últimos destacaron Lord Byron, Stendhal, D ‘Annunzio, el futurista Marinetti o Dario Fo.


La Closerie des Lilas

Situado en el 171 del bulevard de Montparnasse, París, así describe Gregorio Ugidos La Closerie des Lilas en su libro Chiripas de la historia: «Originariamente este café de tres plantas era una guinguette, una bodega, instalada en un criadero de lilas. En el cercano baile Bullier se encanallaba la burguesía junto a artistas lampantes, bailarinas fascinantes y anónimos extravagantes. Cuando estalló la guerra ese avispero cruzó el charco y recaló en Nueva York». Y es que en las mesas de La Closerie des Lilas Baudelaire escribió algunos de sus versos, por sus tertulias pasaron Gautier o Verlaine, sobre el cual Apollinaire escribiría en 1911 «A la Closerie des Lilas le cafetier des peintres et des poètes offrit le champagne en l’honneur». En él Marcel Duchamp idearía algunos de sus desvaríos sobre arte moderno e incluso Scott Fitzgerald le hizo leer el manuscrito de El gran Gatsby a Hemingway, que también escribió allí Fiesta y que dio nombre a uno de sus platos estrella, el «steak Hemingway» flambeado al whisky. También fue frecuentado por Pablo Picasso, James Joyce o Jean-Paul Sartre.

Les Deux Magots

Les Deux Magots ha desempeñado siempre un importante papel en la vida cultural parisina. Verlaine, Rimbaud y Mallarmé adoptaron la costumbre de encontrarse en él. Tan frecuentado llegó a ser por escritores que en 1933 creó su propio premio literario, el Premio Deux Magots, otorgado anualmente a una novela francesa desde ese año. Conocido por su ambiente elegante y su café fuerte, fue frecuentado por numerosos artistas ilustres, como Gertrude Stein y su compañera Alice B. Toklas, André Gide, Picasso, Artaud, Jacques Prévert, Hemingway, Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus o Ernesto Sabato. Acogió a los surrealistas, con André Breton a la cabeza, y posteriormente a los existencialistas.

Café de Fornos

Fundado el 21 de julio de 1870, se trata de uno de los cafés de tertulia más famosos y lujosos que existieron hasta comienzos de siglo XX en Madrid. El reportaje de su inauguración, publicado en la revista La Ilustración de Madrid, corrió a cargo de Gustavo Adolfo Bécquer. Así evocó Eduardo Zamacois su suntuosidad: «El viejo Fornos, con sus bronces artísticos, sus zócalos de caoba y sus techos pintados por Sala y por Mélida, ofrecía no sabemos qué de suntuario y de frívolo, de distinguido y de escandaloso, de aristocrático y de bohemio, que, según el momento del día, invitaba a sus clientes a la contemplación silenciosa o acicateaba su regocijo. Cual si hubiese heredado partículas del espíritu de los dos últimos edificios que le precedieron en aquel sitio, el Fornos inolvidable de nuestra juventud tenía conjuntamente mucho de teatro y algo de iglesia»‏.Se convirtieron en visitantes habituales Azorín, Pío Baroja, Menéndez Pelayo y Manuel Machado. Se cerró en 1908 y aunque en 1918 reaparece como Fornos Palace en forma de cabaret con mesas de juego, no consigue sobrevivir mucho más tiempo.

Café Pombo

Lo que le dio fama a este café madrileño situado en el número 4 de la calle de Carretas fue la tertulia literaria que Ramón Gómez de la Serna y otros jóvenes intelectuales y artistas mantuvieron los sábados por la noche en los sótanos del local, la denominada «La Sagrada cripta del Pombo», inmortalizada por el pintor José Gutiérrez Solana. Sería justo decir que Pombo era Gómez de la Serna, por eso, cuando el escritor se exilió a Argentina, la tertulia acabó disolviéndose en 1937 y el café cerrando en 1942. Aunque hoy en día es imposible visitar el Pombo original, sí que existe una réplica, abierta por una iniciativa particular en octubre de 2016 en la que fuera casa natal del escritor en la calle Guillermo Rolland, nº 7, de Madrid, antigua calle de las Rejas.

Café de Levante

No se puede hablar de un solo Café de Levante, porque a lo largo del siglo XIX varios establecimientos del centro de Madrid recibieron este nombre. El que interesa desde un punto de vista literario es el Nuevo Café de Levante, instalado en un inmueble de la calle Arenal. Entre 1908 y 1914 tuvo su periodo más intenso intelectualmente, con Valle-Inclán al frente de una tertulia que estuvo frecuentada por Azorín, Pío Baroja y los pintores José Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol y Julio Romero de Torres. El creador del esperpento llegó a sentenciar: «el Café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y academias». Hoy en día no es posible visitarlo porque cerró sus puertas en 1915, dejando paso a un gran almacén de paños.

The Algonquin Blue Bar

Entre 1919 y 1929 un grupo de periodistas, críticos, escritores, actores, actrices y periodistas relacionados con el mundo del espectáculo y la farándula de Broadway, que almorzaba y se reunía en el hotel Algonquín de Manhattan, conformaron la Mesa redonda del Algonquín, también conocida como Círculo vicioso del Algonquín. Con la escritora y crítica teatral Dorothy Parker, el grupo estaba formado, entre otros, por el poeta y humorista Franklin Pierce Adams, el dramaturgo Marc Connelly, el dramaturgo y director George S. Kaufman, el productor de Broadway Brock Pemberton, el editor del The New Yorker Harold Ross o el escritor y dramaturgo Robert E. Sherwood. Todos ellos formaron una tertulia ácida, dedicada a acuñar chistes y demás maldades, en la que se fraguaron muchas colaboraciones literarias.

Caffe Reggio

Caffe Reggio abrió por primera vez en 1927 en el 119 de Macdougal Street, en el corazón de Greenwich Village de Manhattan, Nueva York. Es conocido por ser la primera cafetería de América en servir cappuccino, introducido por su fundador, Domenico Parisi, a principios de los años veinte. En su interior, en la pared de atrás, todavía hoy puede verse la máquina de espresso original, fabricada en 1902, que Domenico Parisi compró con sus ahorros cuando abrió la cafetería. Se convirtió en un punto de encuentro muy querido por los escritores de la Generación Beat que visitaron Nueva York o que vivieron en la ciudad durante los años cincuenta y sesenta. Jack Kerouac y Allen Ginsberg lo llegaron a considerar como uno de sus lugares favoritos. Los amantes del cine también pueden disfrutar de su visita, ya que ha aparecido en multitud de películas, como la segunda parte de El padrino.

Café Gijón

A pesar de sus modestos comienzos a finales del siglo XIX, tras la guerra civil española, se convirtió en un famoso lugar de tertulia literaria y reunión de intelectuales y artistas de la época del régimen de Franco y la transición. Entre sus primeros célebres clientes contó con Santiago Ramón y Cajal, Benito Pérez Galdós o Valle-Inclán. Ya antes de la guerra civil, en su terraza no era extraño ver a Federico García Lorca acompañado de Ignacio Sánchez Mejías. Tras la contienda empezaron a aparecer en el Gijón tertulianos famosos como Eugenio d’Ors o Enrique Jardiel Poncela, así como otros nuevos asiduos, como Camilo José Cela, que acababa de publicar La familia de Pascual Duarte. Como la alineación de muchos de esos escritores con el régimen era algo dudosa, el Gijón quedó en situación comprometida, sobre todo cuando se aprobó una ley de vagos y maleantes, que permitía arrestar a escritores alegando «peligrosidad social». A pesar de eso, se estableció a primeras horas de la tarde, de tres a seis, la «tertulia de los poetas», presidida por Gerardo Diego. En 1949 el entonces jovencísimo actor Fernando Fernán Gómez creó un premio de novela con el nombre de la cafetería, el premio de novela corta Café Gijón, de cuyos gastos se hizo cargo en su primera edición y que fue a parar a otro habitual, César González-Ruano. A medida que iban avanzando los años cincuenta el Café se fue instaurando como el lugar de tertulias por excelencia. La vida del Gijón durante los años sesenta y setenta está descrita por uno de sus tertulianos, Francisco Umbral, en La noche que llegué al Café Gijón, publicado en 1972.

Café Comercial

Se trata de uno de los más antiguos de Madrid, fundado el 21 de marzo de 1887, además de ser uno de los primeros cafés en emplear camareras y en servir platos combinados. Desde sus inicios fue un lugar elegido por poetas, novelistas y pintores. La novela de Camilo José Cela La Colmena refleja su antiguo ambiente, aunque no se inspira directamente en él sino en el antiguo Café Europeo, ubicado enfrente. Café de poesía por excelencia, actualmente existe el llamado Rincón de don Antonio, como homenaje a otro de sus grandes tertulianos: Antonio Machado y que cada viernes presenta nuevos libros de poesía. Otros poetas y escritores asiduos al Café Comercial han sido Blas de Otero, Gabriel Celaya, Gloria Fuertes, José Hierro, José Manuel Caballero Bonald o Ángel González. Hoy en día sigue siendo frecuentada por escritores como Luis García Montero o Arturo Pérez-Reverte.

Café Novelty

Inaugurado en mayo de 1905 en la Plaza Mayor, con más de cien años, el Café Novelty es el más antiguo de Salamanca y una institución literaria en la ciudad, frecuentado por autores como Unamuno ‒que hizo del Café Novelty su tertulia‒ Ortega y Gasset, Juan Benet, Pedro Laín Entralgo, Francisco Umbral, Carmen Martín Gaite o Torrente Ballester. Tras la guerra civil la mayor parte de su clientela se sumó al bando franquista y desde entonces hasta 1964 le hicieron cambiar su nombre por el de Café Nacional. En esa época Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo y Agustín de Foxá, entre otros, fundaron, en sus veladores, Radio Nacional de España. A partir de 1964 recuperó su nombre original, Café Novelty. La asiduidad de Torrente Ballester, al que se le dedicó una estatua en el año 2000, devolvió al local su vida cultural. En la actulidad sigue siendo un punto de encuentro de artistas y escritores, entre los que destacan el presidente de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, el escritor vasco Juan Manuel de Prada o el escritor mexicano Jorge Volpi.

Águila y niño

y niño es un típico pub inglés que se encuentra en la calle St. Giles’, en Oxford, propiedad del Saint John’s College, y que está vinculado al grupo de escritores conocidos como los Inklings, que incluía al dúo dinámico formado por J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis. A partir de 1933, los Inklings empezaron a reunirse los jueves por la noche en las salas de la facultad de Lewis para leer manuscritos y discutir sobre literatura. Aunque las reuniones terminaron oficialmente en 1949, el grupo continuó pasando el rato en el pub.

West End Bar

El West End Bar se encuentra en Broadway, cerca de la calle 114 en el barrio de Morningside Heights, en Manhattan. Desde su apertura en 1911 sirvió como un lugar de reunión para estudiantes de la Universidad de Columbia. A principios de la década de 1940, en los primeros tiempos de la Generación Beat, estudiantes como Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Lucien Carr pasaron horas allí discutiendo su futuros. El local también ocupa un lugar relevante en el infame incidente que supuestamente unificó al grupo: el asesinato de David Kammerer. El West End Bar fue vendido en abril de 2006 y sustituido por establecimientos de otros nombres. Actualmente se llama Havana Central.

Taberna del Caballo blanco

Actualmente no hay demasiados artistas ni escritores que se escabullan por el West Village o se detengan en el White Horse Tavern, pero en su día fue uno de los centros neurálgicos de la vida intelectual de la ciudad. Desde que a comienzos de la década de 1950, escritores como Dylan Thomas comenzaran a frecuentarlo el lugar se creó una reputación. De hecho, fue aquí donde el Thomas bebió hasta morir en noviembre de 1953. Según la leyenda, su última borrachera fue el resultado de una sola visita al Caballo blanco, donde bebió, según palabras del escritor, «18 vasos de whisky» ‒estas fueron sus últimas palabras antes de morir varios días después en el Hospital St. Vincent‒. Otros autores como James Baldwin, Norman Mailer, Hunter S. Thompson y Jack Kerouac ‒al que pusieron de patitas en la calle en varias ocasiones‒ no tardaron en hacer acto de aparición.

El Quijote

Alguna vez hemos hablado de la nómina de famosos escritores que pasaron por el Hotel Chelsea. De El Quijote, bar‒restaurante del hotel, solo hay que decir que consiguió ganarse la reputación como lugar de reunión entre escritores a fuerza de ser el sitio en el que se terminaban muchas de las aventuras iniciadas en el Chelsea. Es por eso que casi todos los escritores que pasaron por el hotel también lo hicieron por El Quijote.

Café La Habana

Este reconocido café de Ciudad de México fue fundado en la década de 1950, y es famoso por haber sido lugar de reunión de diferentes personalidades de la historia y de la literatura de América Latina. Entre sus historias se cuenta que en este café Fidel Castro y el Che Guevara planearon la Revolución cubana. También fue un punto de encuentro, entre 1975 y 1977, para el novelista chileno Roberto Bolaño y del movimiento poético del infrarrealismo. En su famosa novela Los detectives salvajes el Café La Habana se convierte en el Cafe Quito.

La Biela

Ubicado en el corazón de la Recoleta, en el 600 de la Avenida Presidente Quintana, La Biela es la típica cafetería porteña. Su particularidad literaria reside en que era uno de los lugares preferidos de Adolfo Bioy Casares y de Jorge Luis Borges. Según se dice, este último escribió algunas de sus páginas en el local. Para homenajear a la ilustre pareja, el artista Fernando Pugliese elaboró dos figuras de los escritores, sentados como dos parroquianos más en una de las mesas ubicadas junto a la puerta. También fue frecuentado por Ernesto Sábato.

The Elephant House

Esta cafetería es la prueba de cómo un solo escritor ‒en este caso escritora‒ puede convertir un local cualquiera en un punto de peregrinación literaria. Ubicada en Edimburgo, en el número 21 del puente de George IV, The Elephant House llama la atención por el color rojo intenso de su fachada. Allí tuvo lugar uno de los acontecimientos literarios más importantes de finales del siglo XX, como lo constata una placa con una leyenda junto a la entrada. Se dice que allí escribió J.K Rowling las primeras líneas de Harry Potter. Dado que en ese momento la autora tenía pocos recursos económicos, gran parte de las aventuras del joven mago las escribió en pubs alrededor de la Universidad. Nada en The Elephant House nos hace pensar que allí nació Harry Potter, salvo la placa, pero lo curioso es que el local se ha llenado de escritores noveles que quizá intenten tener la misma suerte que en su día tuviera Rowling.

 

Alejandro Gamero (Sevilla, 1982) Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Desde 2006 ejerce profesor de Lengua Castellana y Literatura. Ha participado en varios proyectos de innovación pedagógica. A partir de 2004 redacta La piedra de Sísifo, un blog de divulgación de contenidos literarios y culturales. Ha impartido varios cursos de escritura creativa online. Además he ejercido de corrector de estilo en editoriales.

Este artículo fue cedido especialmente a www.delicatessen.uy por su autor. Publicado originalmente en el blog, La piedra de Sísifo