Mazorcas delgadas y pequeñas | Rafael Varela

(Bororo – Brasil) Burekoibo, un espíritu de la selva, tenía siempre maizales de extraordinaria producción y hermosa apariencia. De sus cuatro hijos, confió a uno el cuidado de sus maizales. El muchacho trabajó con ahínco y desarrolló una original costumbre: cuando venían mujeres a recoger maíz, silbaba alegremente, como forma de demostrar su orgullo por el maíz tan bueno que producía. Las mazorcas siempre eran grandes y repletas de granos.

Cierto día, mientras recogía el maíz, una mujer que lo estaba haciendo con brusquedad, se lastimó una mano con una mazorca. Irritada, la mujer se dio media vuelta e insultó al muchacho y se burló de sus silbidos. De inmediato, todo el maíz se secó. Es que el silbido era importante ya que ayudaba al maíz a crecer…

Desde ese momento, dicen los bororo, el maíz debe ser muy cuidado y no crece bien sin el esfuerzo de los humanos. Fue la venganza del espíritu por la afrenta recibida.

Sin embargo, en ese momento Burekoibo se compadeció de los hombres y les prometió buenas cosechas, a condición de que cuando entraran a un maizal soplaran hacia arriba y le imploraran ayuda. También ordenó a su hijo que visitara a todos los que plantaran maíz, en el momento en que lo hicieran, y les preguntara cómo iba el trabajo. Los que le respondieran groseramente, tendrían una mala cosecha.

El hijo hizo lo ordenado y fue recorriendo la región, preguntando a cada uno. Todos le respondieron cortésmente que estaban preparando el campo para plantar. Excepto el último, que lo empujó e insultó.

Por culpa de la reacción de ese hombre, dice el mito, el maíz no se da en el mundo siempre de buena calidad, ni con mazorcas grandes y cargadas de granos.

Por eso, también dice el mito, quien espera cosechar buen maíz se cuida de pedir ayuda a Burekoibo y de ofrecerle siempre las mejores mazorcas en ofrenda.

 

Rafael Varela Es profesor de Literatura egresado del IPA, y cursó el Doctorado en Literatura Latinoamericana en la Universidad de Minnesota, EE.UU. Ha publicado los libros: Mitos y leyendas de las Américas, Vols. I y II, La vida cayendo en fichas, Anécdotas y realidad del taxi y en literatura infantil Nicasio sueña un futuro de lombrices, Fantasmas en el Castillo Piria (Editorial Planeta) y Cuando Nicasio duerme, nadie duerme (Primer Premio Concurso EBO, Cooperativa Bancaria y Biblioteca Nacional, 2011). Como periodista cultural, ha publicado en varios periódicos y revistas de América Latina y EE.UU. y ha hecho periodismo radial en EE.UU. y Uruguay.