Marcel Keoroglian (Montevideo, 1971). En una página en internet se le presenta de la siguiente manera: «siempre quiso cantar, actuar y vivir como un verdadero artista; es decir, zafar de las ocho horas como sea, y por ahora viene invicto. Cuando su familia se enteró de su vocación murguista, sintieron un inconsolable disgusto, ya que siempre soñaron con verlo triunfar como almacenero. Participó cantando y escribiendo en las murgas Contrafarsa, La Matinée, Asaltantes con Patente, La Gran Muñeca, Curtidores de hongos, Colombina che, Momolandia y Diablos verdes, obteniendo seis premios (a veces arreglaba con el jurado). Además es músico. Rada, Los Fattoruso, Drexler, Jaime Roos y el Pitufo Lombardo, han tenido la dicha de compartir escenario con él. Encima de todo, hoy por hoy explora los caminos del stand up, aunque no tiene la menor idea de que se trata.» Hace humor en radio, en el programa Las cosas en su sitio de Radio Sarandi y en televisión, en Desayunos informales de Teledoce.
Un sabor de la infancia
El chicle Ploc (bagayeado del Chuy).
Una manía confesable
Bañarme cuatro veces por día.
Un amuleto
Un sombrero con el que actúo.
El último libro que leí
Más respeto que soy tu madre, de Hernán Casciari.
Una película que me marcó
La fiesta de Babette.
Algo que evito
La gimnasia.
Si pudiera volver a empezar sería
Murguista.
Un lugar para vivir
Sayago.
Un lugar para volver
Cuba.
Una materia pendiente
El estudio.
Un acontecimiento que cambió mi vida.
El nacimiento de mis hijas Catalina y Matilde.
El escritor definitivo.
Ni idea.
Algo que jamás usaría
La camiseta de Cerro.
La última vez que pensé “tierra, trágame”
En un evento de 15000 personas en la que actuaba y nadie escuchaba.
El lugar más feo del mundo
La cola del cajero.
Una rutina placentera
Fumar.
Una extravagancia gastronómica que frecuento
Las hamburguesas de Mc Donald’s con papas fritas adentro.
Una canción que aún me conmueve
Adagio a mi país.
Un restaurante que nunca falla
El de Mallman en pueblo Garzón. Nunca entré pero si falla con esos precios es para meterlo en cana.
Algo que cambiaría si pudiera
Subiría las velocidades máximas en el tránsito.
El valor humano que más admiro
La lealtad.
Una última palabra
Rampla.