Memoria de elefante | Daniel Vidart

Daniel Vidart (Paysandú, 1920) es escritor, antropólogo y ensayista. Catedrático de Antropología de la Universidad de la República entre los años 1985 y 1988. Profesor de Sociología Nacional y Sociología General, Instituto de Profesores Artigas, entre 1967 y 1972, entre otros. Ha enseñado e investigado en varias instituciones universitarias de Chile y Colombia. Profesor Honorario y Perpetuo de la Universidad Nacional de Colombia, 1985. Desde 1962, Director del Centro de Estudios Antropológicos Dr. Paul Rivet, Montevideo, y desde 1963 Académico de la Real Academia Gallega. Estudios de derecho y ciencias sociales en la Universidad de la República, Montevideo y de ingeniería en la Universidad Nacional de Colombia. Ha recibido, entre otras, las siguientes distinciones: Morosoli de Plata, 1996; Premio Bartolomé Hidalgo a la trayectoria, 1996; Premio Morosoli de Oro, 2000; Ciudadano Ilustre de Montevideo, 2007. Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República del Uruguay, 2013. El Correo Uruguayo emitió un sello con su efigie, 2015. Fue recibido como miembro de la Academia Nacional de Letras en 2009 y fue designado académico emérito en 2015.

 

Un sabor de la infancia
Los higos de la casa de mis abuelos sanduceros.

EL NIÑO DE LA HIGUERA

Redonda miel del higo, transparente
ojo de saurio en amarillo aroma,
gota dorada que al verano asoma
y el rocío congela sabiamente.

La siesta del azúcar soles toma.
los filtra y los persuade lentamente
para entrar en la pulpa del caliente
fruto azulado que la abeja doma.

Antiguo cielo de la higuera, veo
tus astros de perfume constelado,
tu colibrí sin pausa ni recreo.

Un niño, un cosmonauta del pasado
trepa a la copa, y de repente creo
que aquel niño remoto me ha mirado.

Una manía confesable
Hablar a solas con la criatura mortal que me habita desde hace casi un siglo.

Un amuleto
Mi memoria de elefante.

El último libro que leí
(Que releí ) El elogio de la locura , de Erasmo de Rotterdam.

Una película que me marcó
Nosferatu, película que de tal modo me aterró a mis cuatro años de edad que el susto fue saldado por las tripas…. en pleno cine (¡Que saquen al nene!).

Algo que evito
Recordar mis 97 primaveras, que aún se empecinan en serlo en pleno invierno.

Si pudiera volver a empezar sería
Lo que soy.

Un lugar para vivir
El balneario Fortín de Santa Rosa.

Un lugar para volver
El campo crudo de los galopes, en el que me crié.

Una materia pendiente
La gris.

Un acontecimiento que cambió mi vida
Nuestro mutuo amor con Alicia.

El escritor definitivo
Cervantes.

Algo que jamás usaría
Un cinto apretado.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
No apuren, que todo vendrá a su tiempo.

El lugar más feo del mundo
El ataúd.

Una rutina placentera
Escribir.

Me aburre
Explicar cosas obvias a quienes no las comprenden.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Ya no me permito estas salidas de régimen.

Una canción que aún me conmueve
La letra original ( A la mattina, appena alzata…) de Bella ciao.

Un restaurante que nunca falla
Un cimarrón de mi flor.

Algo que cambiaría si pudiera
Mi edad, sin vender el alma al diablo, como lo hiciera el Dr.Fausto. Por lo demás, ya está a mi lado una incanjeable y admirable Margarita…

El valor humano que más admiro
La dignidad.

Una última palabra
Chau Pinela…

 

Foto: Academia Nacional de Letras