DE LLAMAR AL AGUA POR SU NOMBRE
No hay afirmaciones sin vueltas
Que la noche menos pensada
me afirme en la matriz
y se descuelgue el cielo
con golpe seco
el cocinero parte el huevo
el tenedor esparce la yema
Que se alejen de mí
como cardumen espantado
los lunares sin menguantes
claras batidas en nieve
parte de la receta la yema del índice
une el pote con el verbo tragar
Que en los días distraídos
sacuda el índice y lea diferente
Que la nieve caiga ruidosa para algunos
se pise sintética para otros
el horno devuelve
el escarbadientes limpio, la torta agujereada
DE SASTRERÍA (Yaugurú, 2011)
No se contiene en botella
No estoy preparada para tragar
el instante, ni siquiera
entiendo en intuición al paladar
degustando madera o frutas, ese proceso
de restriego cuando se desarma
la pulpa de la cáscara y la uva
se reduce en tiempos y tramas
encerrada en una etiqueta Malbec
mientras trato de decidir
a la altura de qué uva estoy
me fermento descartando
el instante por el vino
La gramática del camarón
Una copa abunda en posibilidades de deliciosa pesca. Uno a uno mastico los camarones en un restaurante en el desierto. Cuando se acaban, bebo las aguas rojas en busca de más. El mesero me ve con ganas de México; sonríe orgulloso que él pudo traerme su costa a la mesa. En ese lugar El Paso no existe, porque el camarón con su forma de coma desafía los puntos y apartes de la migración. Une los lugares, marca la continuidad. Un cóctel de camarones aún más. El Paso prefiere redactar con punto y coma; hacer la pausa de la coma más severa. Quiere en ese espacio, repensar la narrativa. Sin tachar la costa mexicana busca traerla de otra forma. Porque un camarón dejó de ser sólo un camarón. Ahora es imposible tragar una definición concisa. Camarón tiene retrogusto a bycatch, connotaciones de tiburón, raya, calamar, cangrejo, más un montón de otras especies. Demasiados gustos para un solo bocado. Desbocado queda el océano, el cóctel de camarones descuartizado. Y no hay buche de agua que se asemeje al mar, que le devuelva lo que se traga con un camarón.
Tuco con una buena pasta
El vómito de Federico Roca
fotograma fotograma fotograma
cayéndose por las escaleras
el marco del escalón hace los cortes
desde Federico a mi memoria en fotografía
los fideos yéndose
cayendo en bilis
mi recuerdo va en contra de esa corriente
las escaleras de la escuela
borrar evidencias para limpiar rastros, Celeste vino
a buscar el vómito, su trabajo la obligaba a eso
el mío a disputar la basura
que Celeste barre en una película
Federico Roca cayéndose
miraba sabiendo que él se había ido
los fideos que vi
Recuerdo el vómito de Federico Roca cayéndose
por las escaleras de la escuela.
DE LOS BRAZOS DEL SAGUARO (Yaugurú, 2015)
Insurgencia
Me creció un pomelo
en el estómago, hace ya
unos días que decide
en qué dirección abrirá
los gajos, los tejidos que
van a rasgarse, los que se van
a acomodar. Y no tengo
que hacer nada de eso.
Un pomelo entiende y yo
no irrumpo. Esto es un capítulo
aparte de la digestión. Si observo bien
adentro, cada bolsita de jugo—
la poética de lo amargo tiene color
amarillo. Invita a hacerme de
filamentos, agasajar así
al pomelo, escucharlo.
Preguntas con frutillas
¿Y si de una frutilla me olvido de su color rojo, de su forma, de su sabor y me concentro en la semillita que me queda entre los dientes? ¿Sabré la palabra? ¿Inventaré otra? ¿El recorrido de la lengua será semilla? ¿Volveré a la frutilla siendo yo? ¿Mis pecas cobrarán otro sentido cuando me queme el sol hasta el rojo?
De Rusia a Lituania una frutilla
La única Rusia que conozco
está en klubnika—una frutilla
no es lo mismo cuando rasgo
la primera capa de piel roja
sabiendo que Rusia se fue en
las semillitas que la lengua a veces
toca, algunas
palabras, pero de algunas no se tiene
a Rusia, aunque hay algo en cómo
mi abuelo sostiene una frutilla
para dármela, cierra los ojos, los dos
pero sé que todo el tiempo está
pensando en mí que nunca
fui a Rusia, ni a Lituania, y como
frutillas como si todavía estuviera ahí
Laura Cesarco Eglin es una poeta y traductora nacida en Uruguay. Es autora de dos libros de poesía, Llamar al agua por su nombre (Mouthfeel Press, 2010) y Sastrería (Yaugurú, 2011), así como de una plaquette, Tailor Shop: Threads (Finishing Line Press, 2013), con poemas de Sastrería traducidos con Teresa Williams. El trabajo de Cesarco Eglin ha sido publicado en revistas literarias en Estados Unidos, Inglaterra, México, España y Uruguay. Sus poemas también son parte de la sección de Mujeres Uruguayas de Palabras Errantes, Plusamérica. La poesía y traducciones de Cesarco han sido nominadas dos veces al premio Pushcart.