Confieso que tengo una debilidad por visitar los restaurantes o cafeterías de museos. En este viaje recorrí algunos que ya conocía, y otros, que estaban pendientes en mi lista. En esta entrega, les acerco un breve resumen de algunos aspectos que espero les sean útiles, del Museo de Rodin.
Museo Rodin, un lugar privilegiado con una gastronomía que no está a la altura. Tras ser reformado en su totalidad, el magnífico Hotel Biron y su jardín, dónde se encuentra desde 1919 el Museo Rodin, volvió a abrir sus puertas en noviembre de 2015, en conmemoración del cumpleaños número 175 del famoso escultor francés. No había sido renovado en su totalidad desde que Auguste Rodin lo utilizara como atelier hasta su muerte en 1917.
El Museo Rodin es sin dudas una construcción realmente maravillosa. De tamaño a escala humana a diferencia de otros que sobrepasan toda imaginación por tamaño y ostentación, esta construcción que data del siglo XVII en medio de 3 hectáreas de jardines ornamentales, atrae a miles de turistas cada año. Más de 300 obras de uno de los escultores más famosos de todos los tiempos, donde sin dudas la principal atracción, es el Pensador, que evidentemente se roba la mayoría de las miradas de los visitantes. Las esculturas son un tema aparte, el realismo y la belleza de sus obras es sinceramente increíble.
La boutique de merchandising sorprende por su pobreza si uno compara con la magnitud de este artista. Así como no me desvelo por las tiendas de marca (zapatos, indumentaria, joyería bijou), la pequeñas piezas de los museos (chalinas, pañuelos, tarjetas, cuadernos, lapiceras, libretas, libros, etc.), me encantan y me convierto en una compradora compulsiva. Tengo que reconocer que la ausencia de diseño era evidente en esta tienda.
En cuanto al restaurante – cafetería, que está debajo de una espesa arboleda sobre el margen derecho del largo jardín, es otro de los puntos débiles de esta visita. Para lo increíble del lugar, la espectacularidad de su obra y el encanto de estos jardines, la propuesta es pobre y muy orientada al despacho de comidas para los turistas. Baños en malas condiciones de higiene, muy mal servicio en general y una gastronomía del montón.
Una pena que un edificio de estas características dedicado a uno de los escultores más famosos del mundo, no esté a la altura de las expectativas y les aseguro que no era por falta de visitantes, ya que los hay a todas las horas.
La entrada al museo cuesta el equivalente a unos 15 dólares y una ensalada, un postre y un refresco suman unos 20 dólares. Ofrecen además sándwiches, una suerte de bocatas, helados industriales y artesanales y ensaladas de frutas.
Abierto de Martes a Domingo de 10:00 a 17:00 h
79 Rue de Varenne, París, Francia