Fronteramente | Fabián Severo

Fabián Severo (Artigas, 1981) Docente de Literatura. Coordinador de Talleres de Escritura. Es autor de Noite nu norte (poemas en portuñol), Viento de nadie, NósOtros y Viralata, entre otros. Parte de su obra ha sido publicada en Brasil, Argentina y Estados Unidos. Recibió el Premio Morosoli de Bronce en la categoría Poesía, (2010). Este texto fue escrito especialmente ante la invitación de Delicatessen.uy.

 

Un sabor de la infancia
Rapadura de maní

Una manía confesable
Escribo a mano, con mi pluma negra y en el anverso de la hoja, no me gusta escribir en el reverso.

Un amuleto
Una pulsera de cinta bebé roja.

El último libro que leí
Hombres de maíz de Miguel Ángel Asturias.

Una película que me marcó
El baño del Papa.

Algo que evito
Escribir difícil para hacerme el poeta.

Si pudiera volver a empezar sería
Panchero. De niño soñaba con tener un carrito de pancho y vender a la salida del estadio en Artigas.

Un lugar para vivir
Jaguarón, en su barrio histórico. Es como vivir en el pasado, y en una de las ciudades más bonitas de la frontera.

Un lugar para volver
Praga, es una ciudad para hacer promesas.

Una materia pendiente
Aprender a cantar.

Un acontecimiento que cambió mi vida
Tres: cuando conocí a Laura, cuando nació nuestra hija Julieta, cuando murió mi madre.

El escritor definitivo
Tengo muchos, pero mi altar lo ocupan: Onetti, Rulfo, Circe Maia y Guimaraes Rosa.

Algo que jamás usaría.
No usaría el “jamás”.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Siempre que miro mi recibo de sueldo.

El lugar más feo del mundo
La Ruta 30, parece los restos de una guerra. Es la ruta más larga del mundo porque llevan varias décadas emparchándola.

Una rutina placentera
Leer y escribir a las 6 de la mañana.

Me aburre
El lobby. Mucho lobby y pocas nueces.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Canelones con arroz blanco.

Una canción que aún me conmueve.
Muchas. Las canciones me cambiaron la vida. Pero en el año 1996, allá en Artigas, con mis 15 años, descubrí un casete de Sabina, titulado Medias negras. No entendía las letras pero me gustaban. Allí nació mi gusto por la poesía.

Un restaurante que nunca falla.
Índigo, en Atlántida. Buena atención, excelente comida y un paisaje para un libro de poemas.

Algo que cambiaría si pudiera
Los médicos que atendieron a mi madre.

El valor humano que más admiro
La humildad.

Una última palabra
Fronteramente.