Yo y mi cabeza alta
Y mis lágrimas secas
Amy Winehouse
El documental sobre Amy Winehouse de Asif Kapadia genera tristeza, pero sobre todo nos hace reflexionar sobre la verdad. ¿Por qué murió Amy Winehouse?
La verdad, para el psicoanálisis, tiene el fundamento de la palabra. En este sentido, la verdad es extraña ya que el acceso es tangencial e indirecto. La verdad, de alguna manera, implica un valor ficcional y siempre accedemos a ella parcialmente y por caminos indirectos.
«La verdad nunca es la verdad». Eso tal vez sea uno de los aportes más importantes del psicoanálisis a la humanidad.
¿Cómo una mujer tan joven y con ese potencial puede morir de una forma tan absurda?
Quizás no sea morir exactamente la palabra, sino dejarse morir. Los forenses hallaron 416 miligramos de alcohol por cada decilitro de sangre de la artista, un nivel que supera con creces el considerado letal. Murió a los 27 años como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Kobain y Jim Morrison.
Amy se crió escuchando a Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald y Billie Holliday, y llegó a pertenecer a ese grupo selecto de mujeres con voces que destilan tristeza.
El documental refleja cómo la fama y el éxito la van alejando de los amigos de la infancia, quienes relatan su impotencia para ayudarla. De ser una adolescente sonriente, a una mega artista, al desbarranque en sus cinco últimos años de vida, de los que no surgió una sola canción.
También el film muestra los villanos de esta historia, las personas que se acercaron para utilizarla, como su padre Mitch y también Blake Fielder, su marido, a quien todos coinciden en señalar como la persona que introdujo a Amy en el uso autodestructivo de la heroína. Ambos reciben retratos muy poco halagadores.
Sin embargo fueron estos “hombres terribles” los que Amy llevaba escritos en su piel. Dos tatuajes hablaban de su dependencia de estas dos figuras masculinas: en su hombro izquierdo se tatuó “La niña de papá” y encima de su pecho izquierdo “De Blake”. Esos tatuajes no dejan de decir su enganche en todo esto.
El documental recorre también por sus síntomas de la bulimia y sobre todo su adicción al alcohol y a las drogas. Pero lo más importante, a mi modo de ver, es cómo muestra algo permanente en los últimos años de esta mujer: el fin de la intimidad y de la privacidad.
El documental de Asif Kapadia muestra claramente algo de la trama de la actualidad, donde vivimos en un contexto en el que todo lo que antes fue íntimo hoy es público. La posmodernidad actual borró toda forma de pudor y hoy es necesario mostrar. Vivimos en un tiempo donde la felicidad tiene forma de imperativo y la vida actual de las sociedades se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos.
El filósofo Guy Debord plantea que el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes. Esto ayuda a comprender este tipo de fenómenos como son los reality o en este caso la vida de algunos artistas que no pueden hacer nada sin tener varios fotógrafos siguiéndolos y hablando de sus vidas.
Tal vez nadie tuvo en cuenta su palabra. Rodeada de significantes como bulímica, alcohólica y adicta quedó atrapada sin la posibilidad de expresar su dolor. Se convirtió sin quererlo en un fenómeno circense, donde su subjetividad no le importó a nadie, aquello que aún su música no podía metabolizar: su dolor de existir. Aquello que le hubiera permitido inventarse una solución posible para vivir la pulsión.
“No, no, no”, eso decía el estribillo de Rehab. Esa palabra, repetida tres veces, puede ser en efecto, relevante para indicarnos su posición subjetiva. Quizás nadie se detuvo en esta palabra de la canción, de su intento desesperado:
“No quiero volver a beber más.
Lo que necesito es un amigo”.
Foto: amywinehousefoundation.org