El ser humano posee la capacidad de asociar sensaciones, procedentes de los cinco sentidos y relacionarlas con conceptos, que a su vez generan sentimientos y emociones. Los aromas también están cargados de metáforas y simbolismos que pueden ser determinantes de comportamientos sociales. Si un olor tiene la capacidad de alterar el sentido del humor o la percepción de una comida, puede también persuadir a una persona a que compre o consuma lo que huele.
El marketing olfativo considera que el sentido olfativo es el más importante, porque está directamente ligado a la memoria y sentimientos. Un aroma dispara nuestra memoria, la memoria influye en nuestras emociones, nuestras emociones nos provocan un estado de ánimo y ese estado de ánimo dicta nuestra reacción.
Las singularidades culturales ejercen una influencia decisiva a la hora de formular un producto que seduzca al olfato. Los únicos aromas que no tienen fronteras son los relacionados con la naturaleza, tal vez una fruta o una flor. Seguramente el aroma a café o pan que nos gusta en Uruguay, no será el mismo que gusta en Estados Unidos.
Cada vez más restaurantes, hoteles, cafeterías y plazas de comida optan por aromas envolventes para aumentar ventas y generar ambientes agradables.
El aroma es lo más importante
Una investigación de la Universidad de Rockefeller (Nueva York), indica que recordamos 5% de lo que vemos, 2% de lo que oímos, 1% de lo que palpamos, 15% de lo que degustamos y… 35% de lo que olemos. A pesar de los increíbles desarrollos en esta área, a quien no lo seduce el olor a café recién hecho o a pan recién horneado?
Una receta para darle aroma natural a nuestra cocina
Podemos elaborar un aromatizante casero con aceites. Para ello comenzamos por hacer una infusión del café en una olla con agua hirviendo tapada (esto ayudará a conservar el aroma que queremos nos sirva para después). Una vez pronto el café, dejamos que la fragancia se entibie y la colocaremos en un frasco tapado herméticamente junto a una ramita de canela, lo que potenciará el aroma. El secreto de conservación, consiste en agregar una cucharada de aceite de oliva, lo que estabilizará la mezcla y dará mayor presentación a nuestro frasco. Finalmente hay que perforar algunos hoyos en el frasco para que el aroma deje su huella en nuestra cocina.