Todo lo que Ud. quería saber sobre La cumparsita | Jaime Clara

Uruguay es avaro y mezquino. Tendrá mil virtudes que lo adornan y sobre los cuales son los propios uruguayos los que se encargan -encargamos- de difundirlos en una curiosa actitud de autocomplacencia. Pero esa injusticia, marcada por la avaricia y la mezquindad provoca que valiosas personas, que hicieron lo suyo para fortalecer los verdaderos pilares de la cultura del país, queden relegadas o simplemente olvidadas. Y si es, el olvido, el peor castigo, hay gente que no lo merece. Uno de esos hombres de letras, escritor, poeta, investigador, docente, dramaturgo, es Juan Carlos Legido (1923-2011). Legido merece un aparte especial, un recorrido por sus libros y su trayectoria en cuanto programa, publicación o foro exista, pero quiero mencionar, en esta nota, una obra monumental, que debería ser reeditada. Me refiero a La orilla oriental del tango (Ediciones de la Plaza, 1994) un libro, de bello título, en el que repasa la prolífica cantera de tangos uruguayos. Entre tanta letra y tanta música con camiseta celeste, se encuentra, como corresponde, La cumparsita, la centenaria creación de Gerardo Matos Rodríguez (1897-1948). En su libro, con autoridad, Legido la define como «un verdadero fenómeno, que acaso no se necesitan muchas palabras para explicarlo porque emana del corazón de las multitudes, que se sintieron tocadas por la sencilla y prístina textura de su melodía.» Hace unos días, en Sábado Sarandí, el músico y compositor Alberto Magnone (1946), la definió como «la obra cumbre del tango de la guardia vieja».

Integrantes del país oficial, el de las autoridades que se sientan detrás de los escritorios, que muchas veces hablan más de lo que realmente trabajan, con su inacción hicieron peligrar la nominación del tango como patrimonio de la humanidad. Casi que tuvo que llegar la sangre al río para que, como se dice ahora, se pusieran las pilas para reparar tamaña inactividad. Una de las acciones reparadoras es aprovechar el centenario del tango con mayor difusión planetaria, para evocar su origen uruguayo.

Más allá de un nutrido calendario de actividades y de acciones varias, tanto públicas como privadas, uno de los puntos altos de la justa celebración, está la publicación de una profunda investigación y un minucioso análisis, que aporta diversas miradas sobre la composición de Matos Rodríguez. Sin exagerar, el libro de Alberto Magnone se titula La cumparsita, el tango universal.

En una formidable edición, tapas duras, excelente papel, fotografías y un diseño acorde al tema, a los materiales disponibles y a la publicación, el autor intenta que no quede ningún detalle librado sin analizar. ¿Cómo era el Uruguay de comienzos del siglo XX? ¿Qué pasaba con el tango uruguayo, el carnaval y las murgas en aquellas épocas? «Soy músico profesional. Esta obra está basada en un análisis musical de La cumparsita y de algunos aspectos del origen del tango y su evolución en sus primeros tiempos. En segundo lugar, soy un gran admirador de la ciencia y su método, y en este trabajo he descubierto coincidencias con lo que pude entender (que no debe haber sido mucho) de la relativamente nueva Teoría del caos, especialmente en un aspecto: el de que un hecho aparentemente nimio y casual pude tener por efecto multiplicador consecuencias monumentales», dice Magnone en una suerte de declaración de principios, en la introducción de su trabajo.

Las aventuras y desventuras de esta composición están desde su nacimiento. Desde la cama, enfermo, creyendo que moriría, Matos Rodríguez creó sobre un pianito dibujado sobre un cartón, una melodía, luego silbada, que le pidió a su hermana Becha, que la escribiera sobre la partitura. «Una vez que pudo escuchar la melodía por primera vez, ella le dijo inmediatamente, muy ofendida, que parecía un tango. El tango aún llevaba su estigma de música de baja estofa e impropia de gente de bien y además representaba el mundo del cabaret y la mala vida que habían llevado a la familia a la tragedia». (Pág 128)

¿Por qué se llamó La cumparsita? Se responde en la página 130 del libro y además, en tanto está dedicada a los compañeros del autor de la Federación de Estudiantes Universitarios, cuyos nombres figuran, también en el libro.

Lo que sí es seguro, es que el tango en cuestión fue estrenado en la noche del 18 al 19 de abril de 1917 por la renombrada orquesta del argentino Roberto Firpo, en el café La Giralda de Montevideo. Magnone revela algunos de los aspectos más polémicos vinculados al aporte autoral de Firpo y su intervención en la partitura original. Y ni qué hablar todo lo que generó la letra del propio Matos y la posterior de Pascual Contursi, bautizada inicialmente como Si supieras…

Magnone en su libro toma posición. «La cumparsita es una obra genial. No importan las circunstancias de su concepción, ni el azar íntimamente involucrado en ellas, ni su suerte errática una vez que se puso en marcha, ni la bisoñez e inexperiencia del autor. Una creación como esta, capaz de conmover la mente y el alma de cientos de millones y de perdurar en ellos durante cien años, representa un punto culminante del arte. La cuatro notas iniciales, esas campanadas rotundas, anuncian la entrada de lo trascendente en el tango, una vuelta de tuerca que convirtió a una música nacida para amenizar fiestas de quilombos y peringundines en un arte magno como llegó a ser el que hicieron Gardel, Lepera, Troilo, Manzi, los Espósito, Discépolo, Piazzolla, Ferrer y otros gigantes como ellos». (Pág 199)

El libro permite aprender mucho, más allá de este tango en particular. Es contundente en fechas, documentos y datos. El autor trasciende los límites de una partitura para contar una película que empezó hace más de cien años y, curiosamente, sigue tan campante, haciéndose sentir y escuchar, desde esta orilla oriental para todo el mundo.

La cumparsita.
El tango universal.
Alberto Magnone.
Palabra Santa Editorial.
Montevideo, 2017. 250 págs.
Edición bilingüe español-inglés.