Amamos y no sabemos nada | Alva Sueiras

«Puro teatro». Adoro esa canción de La Lupe, la cubanísima exiliada cuyo touch estrafalario y voz única, la condujo hasta un intenso estrellato en Nueva York, que se extinguiría abruptamente tras ciertas desavenencias con Celia Cruz y por extensión, con su discográfica (y viceversa). Divas en guerra, voces doradas.

Igual que en un escenario,
finges tu dolor barato.
Tu drama no es necesario,
yo conozco ese teatro.
Fingiendo,
que bien te queda el papel.
Después de todo parece
que esa es tu forma de ser.

Yo confiaba ciegamente,
en la fiebre de tus besos,
sentiste serenamente
y el telón cayó por eso.

Teatro,
lo tuyo es puro teatro.
Falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro.
Fue tu mejor actuación,
destrozar mi corazón .
Y hoy que me lloras de veras,
recuerdo tu simulacro.
Perdona que no te crea,
me parece que es teatro.

Yo confiaba ciegamente,
en la fiebre de tus besos.
Mentiste serenamente
y el telón cayó por eso.

Perdona que no te crea,
me parece que es teatro.
Pero perdona que yo no te crea,
me parece que es teatro

Descubrí la canción en la película «Mujeres al borde de un ataque de nervios» (1988), del ilustre cineasta manchego, Pedro Almodóvar y por algún motivo, tras años de olvido, lleva días sonando en mi cabecita de forma recurrente, como venida de una rocola imprevisible y caprichosamente varada en alguna nebulosa de la memoria. Recién caigo en la cuenta. La canción recobró su canto aguerrido, tras asistir al estreno de la obra teatral «Amamos y no sabemos nada», dirigida por la actriz uruguaya Paola Venditto, en su debut como directora.


La trama gira en torno a un intercambio de apartamentos entre dos parejas, Román y Magdalena (interpretados por Gustavo Bianchi y Leticia Cacciatori) y Sebastián y Hannah (interpretados por Moré y Carla Grabino). Ambas parejas son claramente disfuncionales, marcadas por la aritmética del antagonismo y la contrariedad. El encuentro de los cuatro, de caracteres dispares, desencadena una crisis interna ya latente en cada una de las parejas, que involucra al grupo en todas las direcciones factibles. La trama deconstruye el drama íntimo de las incomprensión entre amados y el consecuente desgaste crónico.

El brillante texto del alemán Moritz Rinke, combina ponderadamente el humor con el drama, siendo hábilmente interpretado por el acertado elenco de actores, que se mete en la piel de unos excéntricos y muy disfrutables personajes, con total credibilidad. Cabe reseñar la versatilidad y maestría de Moré y la gesticulación brillante de Cacciatori, capaz de arrancarnos una carcaja sin sentenciar una sola palabra, en alguno de los pasajes de la obra.

Al igual que en la película de Almodóvar, los personajes se sumergen en un enredo caótico, que entreteje sabiamente dosis de drama y de humor. Amamos y no sabemos nada, diseccionada anatómicamente las desavenencias del amor quebrado, con un marco actoral, como diría desgarradoramente La Lupe, de «puro teatro».

Imágenes: Facebook Teatro Circular de Montevideo