La tapa de un viejo disco de vinilo de canciones en español (1982) del músico brasileño Chico Buarque de Hollanda tiene una fotografía de un trozo de pan, un simple mendrugo, una imagen tan cotidiana como frecuente. Esa aparente simpleza de la fotografía, igualmente está cargada de simbología, porque el pan forma parte de la vida de la mayoría de quienes habitan el planeta. Es el pan ese alimento esencial, el que no se le niega a nadie, el que está, aunque duro y viejo, como forma de paliar el hambre del más pobre, aunque también acompaña la comida del millonario más encumbrado. El pan puede ser acompañamiento o centro, pero más lejos o más cerca, siempre está.
El pan está en la religión. El pan es el símbolo del cuerpo de Cristo, el pan es Dios. El pan es el alimento esencial para el cuerpo, pero también para el alma. Es tan cotidiano que es el pan nuestro de cada día. Según los evangelios, «el que sufre y parece abandonado por Dios come un pan de lágrimas, de angustia o de ceniza «,aunque también está el de la alegría, el de la impiedad o el de la mentira. Un trozo de pan, siempre está para repartir, para compartir.
Es casi imposible ubicar una fecha desde cuándo se comenzó a elaborar como alimento, pero lo cierto es que acompaña a la humanidad, por lo menos, hace más de quince mil años. En Egipto ya se consumía el de trigo desde hace cuatro mil quinientos años y en Grecia, su elaboración tuvo un gran desarrollo, que luego fue perfeccionada por los romanos. Cuenta la historia que fue en España donde se comenzó a utilizar la levadura.
Pero no quiero hacer una historia del pan, tema que sería por demás interesante, sino que tras este resumen de su importancia simbólica e histórica, quiero compartir un apartado del Diccionario de manías y supersticiones de un investigador, filósofo, de la Universidad Complutense de Madrid, Panracio Celdrán Gomariz.
Cuenta que su madre le enseñó a no cortar el pan con el cuchillo y a hacer una cruz en la parte de atrás antes de comer de él, ya que de no hacerse así se entiende que no se da gracias a Dios por gozar de un alimento que en la sagrada misa se convierte en su cuerpo.»No se debe comer el pan en sitios impuros, como el retrete, ni en la proximidad de un muerto. Tampoco arrojarlo al fuego: se alimenta el diablo. Tampoco debe colocarse en sentido contrario al que tuvo en el horno durante su cocción: ponerlo boca abajo en la mesa es dar rienda suelta al demonio. Debe ser tratado con respeto, hay que besarlo si cae al suelo, haciendo tres cruces en él para alejar la desgracia. No es bueno pincharlo con el tenedor o someterlo a vilezas; debe guardarse en bolsa blanca en la que se haya bordado la cruz del Señor», dice Celdrán.
Recuerdo que en mi infancia, en San José, cuando se recogía la mesa y sobraba algún resto de pan, se lo besaba antes de tirarlo a la basura. Desperdiciar el pan suponía desgracia personal y miseria para la casa en la que eso sucedía. En la década del 80, ya viviendo en Montevideo, por la Av. 18 de Julio había un hombre que pedía limosna, con un mendrugo en su mano.
Sobre la española tradición del pan de boda, cuenta el investigador que «en lugares de España como Cuenca y Lérida, el pan de la boda se amasa con harina procedente de las familias de los contrayentes. En sitios de Toledo lo amasan las mozas invitadas a la boda. Antiguamente adquiría formas especiales para la ocasión; se pintaba o se reproducían con agujeritos los nombres de los novios. En Galicia solía ponerse en el centro un huevo, símbolo de fertilidad; y en Asturias, los vaqueiros de alzada colocaban sobre su centro una figurita hecha con la masa representando el miembro viril que la novia comía sin rubor. Hermosa costumbre, ya perdida, fue invitar a la boda casa por casa repartiendo la novia un trozo de pan; repartir pan de boda fue una costumbre arraigada en España y Portugal. En la provincia de Barcelona, tras la misa de velaciones el sacerdote rompía un pan y daba la mitad a cada contrayente, que lo guardaban; y en las Hurdes los invitados reciben pan y, según la cantidad repartida, la boda es sonada o pobre. El reparto del cantelo o rebanadas de pan y tragos de vino, entre los invitados a una boda en el norte de León se hace mientras se canta o recitan coplas al caso. En La Coruña, una amiga de la pareja baila con el pan de la boda sobre su cabeza en honor de los desposados. Hacer el reparto de pan entre la turba de rapaces que se congregan a la puerta de la iglesia o de la casa de los novios era costumbre gallega. Un corrusco de ese pan era guardado por los novios en un arcón para que nunca les faltase lo esencial.»
Pablo Neruda escribió su famosa Oda al pan, que puede ser un buen cierre para esta nota.
Pan,
con harina,
agua
y fuego
te levantas.
espeso y leve,
recostado y redondo,
repites el vientre
de la madre,
equinoccial
germinación
terrestre.
Pan,
qué fácil
y qué profundo eres:
en la bandeja blanca
de la panadería
se alargan tus hileras
como utensilios, platos
o papeles,
y de pronto,
la ola
de la vida,
la conjunción del germen
y del fuego,
creces, creces
de pronto
como
cintura, boca, senos,
colinas de la tierra,
vidas,
sube el calor, te inunda
la plenitud, el viento
de la fecundidad,
y entonces
se inmoviliza tu color de oro,
y cuando se preñaron
tus pequeños vientres,
la cicatriz morena
dejó su quemadura
en todo tu dorado
sistema de hemisferios.
Ahora,
intacto,
eres
acción de hombre,
milagro repetido,
voluntad de la vida.
Oh pan de cada boca,
no
te imploraremos,
los hombres
no somos
mendigos
de vagos dioses
o de ángeles oscuros:
del mar y de la tierra
haremos pan,
plantaremos de trigo
la tierra y los planetas,
el pan de cada boca,
de cada hombre,
en cada día,
llegará porque fuimos
a sembrarlo
y a hacerlo,
no para un hombre sino
para todos,
el pan, el pan
para todos los pueblos
y con él lo que tiene
forma y sabor de pan
repartiremos:
la tierra,
la belleza,
el amor,
todo eso
tiene sabor de pan,
forma de pan,
germinación de harina,
todo
nació para ser compartido,
para ser entregado,
para multiplicarse.
Por eso, pan,
si huyes
de la casa del hombre,
si te ocultan,
te niegan,
si el avaro
te prostituye,
si el rico
te acapara,
si el trigo
no busca surco y tierra,
pan,
no rezaremos,
pan,
no mendigaremos,
lucharemos por ti con otros hombres,
con todos los hambrientos,
por todos los ríos y el aire
iremos a buscarte,
toda la tierra la repartiremos
para que tú germines,
y con nosotros
avanzará la tierra:
el agua, el fuego, el hombre
lucharán con nosotros.
iremos coronados
con espigas,
conquistando
tierra y pan para todos,
y entonces
también la vida
tendrá forma de pan,
será simple y profunda,
innumerable y pura.
Todos los seres
tendrán derecho
a la tierra y a la vida,
y así será el pan de mañana,
el pan de cada boca,
sagrado,
consagrado,
porque será el producto
de la más larga y dura
lucha humana.
No tiene alas
la victoria terrestre:
tiene pan en sus hombros,
y vuela valerosa
liberando la tierra
como una panadera
conducida en el viento.