Mujer, difícilmente
puedo expresar
Mis emociones mezcladas
y mi pensamiento
Después de todo,
te estaré por siempre en deuda
Y mujer,
intentaré expresar
Mis sentimientos internos
y mi agradecimiento
Por mostrarme
el significado del éxito
(Parte de la canción de Woman de John Lennon del disco DoubleFantasy)
Amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es, decía el psicoanalista Jacques Lacan.
Jacques A. Miller, en la misma línea, plantea que el amor se dirige a aquel que, pensamos, conoce nuestra verdad y nos ayuda a encontrarla soportable. Lo que quiere decir: amar es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro.
Esto que plantean estos dos psicoanalistas queda demostrado claramente en la historia de amor de unos de los más grande músicos de todos los tiempos, John Lennon y la vilipendiada Yoko Ono.
Esta historia aparece relatada en el libro Lennon del escritor francés David Foenkinos, donde plantea terminantemente algo diferente a lo que dicen la mayoría de la gente: Yoko no solamente no fue una influencia negativa para John, sino que de no ser por ella, habría muerto muy joven como otras estrellas del rock. Se estaba matando con las drogas y entonces llegó ella y lo cambió todo.
El encuentro con Yoko se produce en un momento de crisis existencial de John:
“Paul estaba mucho más en la onda que yo. Mientras yo vegetaba en mi suburbio burgués, él recorría Londres y visitaba las galerías de arte. Creo inclusive que ayudó a la creación de L’Indica, la librería-galería donde conocí a Yoko. Ella exponía ahí. Me decían que fuera, que me gustaría. No sé por qué, acepté ir. Seguramente un presentimiento. Porque me proponían cosas así todo el tiempo. Que estuviera presente un Beatle lo cambiaba todo. Si yo pasaba durante un segundo por su exposición, el artista podía decirle a toda la ciudad que John Lennon en persona había ido a ver su trabajo. Y eso le agregaba valor. Los artistas querían nuestro sostén, y por supuesto querían dinero. Por eso me daban miedo esas emboscadas. Cuántas veces me había encontrado en lugares donde todas las miradas estaban fijas en mí, con susurros sobre lo que yo estaría pensando, y todos esperando mi opinión como si yo fuera a anunciar el fin del mundo. Esta vez era diferente. Me invitaban a visitar la exposición antes de inaugurarla. Caía en un día en que yo estaba libre, y acepté.
Entré, y vi a esta japonesa en un rincón. No pensé que lucra la artista, sino mas bien un personaje que formaba parte de la exposición. No se movía… me dijo que no sabía quién era yo, que no conocía a los Beatles. Sólo había oído hablar de Ringo, porque su nombre quería decir «manzana» en japonés. Pero no había duda alguna: ella sabía perfectamente lo que yo podía aportarle. Debían de haberle dicho qué importante, rico y generoso era yo.
Ella no se dirigió al hombre sino al mecenas. Su sonrisa me pareció un poco falsa.”
No parece un buen encuentro el de John con la artista japonesa, no le resulta agradable y su risa le parece falsa. Sin embargo él estaba necesitando un cambio, a la búsqueda de un encuentro:
“Pero ese día yo estaba muy relajado. Quería enriquecer mi mente. Quería sorprenderme, intrigarme. Y no me vería decepcionado.
En la primera sala había una escalera que conducía a una lupa. Había que subir y observar la palabra escrita en lo alto. Subí, con miedo de descubrir algo cínico o negativo, pero pude leer: SI. Nada más que la palabra «sí». Sentí un fuerte alivio. Puede parecer idiota, pero esa palabra me hizo mucho bien. Comprendí que entraba en una onda positiva. Así fue como comenzó mi historia con Yoko: con un sí. El mejor sí de mi vida.”
Un SÍ, esa palabra cambia la vida de John, le brinda paz y una perspectiva nueva donde Yoko se convierte en protagonista.
“Recorrimos la exposición. Ella me tomaba del brazo, y trataba de explicarme sus intenciones. Me gustaban más algunas cosas, otras menos. Vivía un momento extraño. Tenía la impresión de salir de pronto de mi letargo. Opinaba sobre su trabajo, reaccionaba. Era el fin de mi anestesia. Cada detalle de esa ocasión se me quedó grabado en la memoria. Vivía el presente sabiendo que esa jornada se instalaba en el panteón de mis recuerdos. Había muchas ideas en Yoko. De inmediato la respeté como artista. Me hablaba de sus próximos proyectos, de exponer cajas de sonrisas, o de hacer toda una instalación únicamente con mitades de objetos.
Yo no veía a la mujer, creo que hasta la encontré poco atractiva. Fue su ingenio y su talento los que me llevaron a amarla y a encontrarla hermosa.
… Durante ese mes, me enviaría todos los días una orden. Algunas me irritaban, otras me divertían, y sería como lo que había sentido durante la visita: nada que proviniera de Yoko me dejaría nunca indiferente.”
Foenkinos plantea que John Lennon finalmente fue feliz justo antes de morir, con 40 años. “Somos la misma persona”, decía Lennon. Un artista atravesado por el dolor y el trauma.
Uno no se enamora de quien quiere sino de quien puede, y sobre todo en determinado momento. Cada uno busca una palabra, un significante que lo complete en el otro, que lo haga amar, pero sobre todo que lo ayude a buscar su verdad. Parece que John la encontró en ese SÍ que Yoko le ofreció.
LENNON
David Foenkinos
Editorial Alfaguara
2014
200 págs.
(*) Jorge Bafico es psiconoalista y escritor
Foto Foenkinos: http://www.abc.es/cultura/libros/20140224/abci-foenkinos-lennon-entrevista-201402231921.html