Andrés carne de res (Bogotá, Colombia) | Sylvana Cabrera

En nuestro segundo día en Bogotá, era imposible evitar la visita a uno de los clásicos de la gastronomía colombiana. Una verdadera institución, referente para los bogotanos, colombianos y todos los visitantes que llegan a este increíble país.

Su decoración particular y su ambiente festivo sin importar la hora o el local que se visite, hacen de Andrés Carne de Res un lugar ideal para realizar un viaje a la culinaria colombiana, sin dudas bendecida por la naturaleza.

En este viaje pude comprobar la enorme cantidad de frutas fundamentalmente, de las cuales no tenía idea de su existencia. Cocina variopinta, colorida y totalmente descontracturada.

Una vez instalados y con la suerte de contar con la compañía de amigas colombianas, nos decidimos a probar en un solo almuerzo, la mayor variedad de platos posibles. Decidimos por la cercanía, almorzar en Andrés DC, ubicado en la zona rosa de Bogotá y a metros de uno de los centros comerciales más visitados y lujosos de la ciudad.

En la entrada, una pequeña plaza donde nos esperaba la escultura de una vaca de tamaño natural, intervenida por una artista colombiano emergente. Para ingresar, es necesario subir una larga escalera de hierro que lleva a un enorme salón donde una recepcionista nos pregunta si queríamos almorzar en el Cielo, el Infierno o el Purgatorio.

La decoración era realmente extraña. Totalmente barroca, donde conviven un santuario con velas encendidas y un enorme santo de madera tallada, artesanías típicas, candelabros y arañas de hierro y algunas antigüedades.

Los mozos tienen muy claro los ingredientes de cada una de las elaboraciones y por ver que el grupo estaba conformado en su gran mayoría por extranjeras, nos sugirieron lo más representativo de la cocina colombiana y los platos icónicos de este lugar. Ajiaco con pollo (una sopilla como la definen, realmente sabrosa y muy saludable elaborada a base de arroz blanco, aguacate picado, banana, alcaparras y crema). Arepa (parte de los alimentos básicos y tradicionales de esta cocina cuyo ingrediente principal es el maíz en diferentes variedades, dependiendo de la región donde la consuman. Por ejemplo en el departamento de Antioquia se hace generalmente de maíz blanco y en la región de Santander de maíz amarillo. Las carnes a la parilla, chicharrón con arepitas y guacamole (algo que supimos degustar como abrebocas en todos los restaurantes que visitamos), patacón con hogao rojo y blanco. Un capítulo aparte son los tragos y los jugos naturales de frutas frescas.

Lo curioso es la internacionalidad de los postres que van desde Napoleón, Volcán de chocolate y Arroz con leche. Los precios realmente muy razonables y el almuerzo para 12 comensales fue de U$ 412 lo que da un promedio de unos $ 900 por persona. Los locales cuentan con un rincón de almacén donde se pueden comprar coloridos souvenirs.

Esta cadena de restaurantes que cuenta con más de 800 empleados y que abrió sus puertas en un pequeño garaje en 1982 hoy es un lugar inevitable para quienes deciden visitar este país que a pesar de sus interminables y lastimosos conflictos, es de una belleza única, de gente extremadamente amable, con una enorme vocación de servicio y de una gastronomía que vale la pena experimentar.

 

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