Manías | El gourmet enmascarado

Si bien la máxima tantas veces repetida indica que «el cliente siempre tiene la razón», eso no es así. Quien haya atendido público, sabe muy bien que muchas veces hay que lidiar con embates irracionales que se deben administrar con la mejor cara. De todos modos, en materia de servicios turísticos y gastronomía, hay que saber conciliar lo que se ofrece con lo que recibe el usuario. Un cliente que se va desconforme, no vuelve y su mala opinión, redes sociales mediante, se esparce con más rapidez que el gas sarin. Pero entiéndaseme que como comensal, dos por tres hay casos que nos sacan de las casillas, porque aparecen reglas no escritas, por parte de restaurantes, u otros servicios, a los cuales estamos sometidos.

El otro día fui a pagar en un local de pagos, Abitab de Montevideo Shopping, la tarjeta de crédito. Por esas cosas locas de las financieras, me cobraban 94 centavos de dólar. Al pagar y pedir que me hicieran el cambio a pesos uruguayos, me dijeron, «no podemos fraccionar, no nos dejan», por lo que tuve que pagar un dólar. En mi caso, que iba a pagar con dinero uruguayo, ¿por qué no podían fraccionar? No es tan complicado cobrar 94 centavos, se hace el cambio y listo. No sólo tuve que pagar la comisión del cambio -como corresponde- sino que también le dejé de regalo seis centavos a Abitab, porque obviamente a la tarjeta no le llegará para que lo ponga a mi favor. Me gustaría saber quién es ese ser superior que no permite pagar menos de un dólar.

Pero vayamos a lo nuestro, que son los restaurantes, porque si no los directores de delicatessen.uy no me van a publicar más las columnas.

En muchos restaurantes, no se puede cambiar la guarnición que viene con la carne. Por ejemplo, viene con fritas y la pedís con ensalada y la respuesta es «viene así, le traigo las fritas y si quiere paga aparte la ensalada». ¿Es tan complicado? Porque «venga así» ¿tiene que ser así? ¿El chef es tan intolerante o susceptible que no admite cambios? Y no estoy hablando de los platos del día, que cuando tienen alta demanda, puede entenderse que no se puede estar modificando a gusto de cada comensal, pero en restaurantes gourmet, importantes, que no se contemple un simple cambio, no sólo llama la atención, sino que fastidia.

Otro aspecto polémico tiene que ver con los puntos de la carne. Hay restaurantes que muestran, en sus cartas, fotos de cómo son los puntos. Pero no siempre es así, y un dato que debería ser objetivo, no lo es. Para el comensal, el punto «jugoso» de la carne, puede ser diferente al del parrillero o cocinero y también dependerá de cómo se transmita la orden. He llegado a escuchar a parrilleros discutir con los comensales que no era pertinente la carne tan tan jugosa o tan cocida. Este corresponsal tiene claro sus gustos y la carne le gusta casi cruda, pero también admito que el deseo del comensal lo debe satisfacer el chef.

El universo de las pizzas es inconmensurable. Las combinaciones de gustos y sabores forman parte de la creatividad a la hora de confeccionar el plato y hasta de un costado lúdico. Pues bien, abundan los lugares donde las variedades de pizzas y pizzettas superan el medio centenar, sin embargo, es imposible combinar dos sabores, mucho menos tres. Parece que fuera un trabajo extra. Cuando uno lo pide o lo insinúa, lo miran con cara rara.

¿Por qué el pescado viene siempre con papa hervida y cuando uno pide otra cosa, es observado como si cometiera una herejía? ¿No se puede aceptar otra alternativa?

Sé muy bien que hay comensales que son/somos un tanto complicados. Se necesita mucha paciencia para atender y entender pedidos y manías que también tenemos quienes nos sentamos a una mesa, pero en el éxito de una comida, lo importante es que queden satisfechas todas las partes. Comprensión y actitud es fundamental para lograr un buen servicio. A veces, eso no se entiende por parte de los gastronómicos que creen que le hacen un favor al comensal, y éstos como pagan por el servicio, pretenden llevarse el mundo de platos y tenedores por delante. Al menos así lo veo yo (Guillermo Nimo dixit).

 

Ilustración de Daniel Sueiraswww.danielsueiras.com