No es ninguna novedad que el mate es insustituible para los uruguayos. En el año 2015, Uruguay alcanzó los 6.8 kg per cápita de consumo de yerba, seguido por Argentina con 5.5 kg de yerba por persona, lo que convierte a nuestro país, en el mayor consumidor del mundo de esta bebida.
Compañero inseparable, gesto de bienvenida para los que nos visitan, embajador cuando viajamos y un gran integrador social, este fenómeno que ha sido adoptado por generaciones de uruguayos y ha conquistado adeptos en todas partes del mundo.
El origen de esta bebida se remonta hacia épocas prehispánicas de la cultura guaraní, pero desde el siglo XVII, y mientras en Europa se imponía la costumbre de tomar té, aquí en Sudamérica y específicamente en Uruguay, se extendía el hábito de tomar mate.
Inicialmente el mate se convirtió en un compañero inseparable del hombre de campo. Cimarrón, amargo, verde, fue su fiel amigo en las travesías por los campos, en los momentos de soledad y también en los de alegría. Con el paso de los años logró conquistar su espacio en la ciudad, y hoy tomar mate es una práctica habitual en nuestro país.
Bebida resultante de la infusión de la “yerba mate” (hojas deshidratadas y molidas de Illex paraguayensis) y uno de los elementos culturales más típicos y tradicionales de nuestra sociedad. La costumbre del uso del “termo” y el abandono de la “caldera” para preparar la infusión, es una iniciativa uruguaya que liberó al mate hacia afuera del hogar. De esta forma y en la actualidad, el mate es bebido en la playa, en una plaza e incluso en la calle mientras nos desplazamos, hecho que caracteriza una de las imágenes más típicas y cotidianas de nuestra sociedad.
Licor de yerba mate
Ingredientes:
700 g de yerba común
600 g de azúcar
½ litro de alcohol fino
Preparación:
Colocar en un frasco la yerba con el alcohol, tapar bien y dejarlo por unos 20 días, moviendo el frasco diariamente para que el alcohol absorba el color y el sabor de la yerba. Una vez pasado ese tiempo, colar la preparación. Mientras, preparar un almíbar a punto flojo con el azúcar y el agua. Dejar enfriar y mezclar el almíbar con el alcohol y la yerba. Colocar la mezcla nuevamente en el frasco, tapar bien y dejar macerar unos 30 días en un lugar oscuro y sin humedad.