Los lugares turísticos tienen alguna atracción que los distingue. A veces son referencias a la historia, casas de famosos o residencias, otras tienen que ver con accidentes geográficos, que hacen que un punto tenga interés. Las políticas turísticas y las estrategias privadas, apuntan, generalmente, a desarrollar actividades en torno a ese lugar distintivo.
Podríamos mencionar centenares de ejemplos, pero en esta columna visitaremos una atracción turística que tiene más de un siglo, cuyos orígenes están vinculados a un medio de transporte, y que hoy se transformó en algo más que un divertimento que forma parte de la identidad de Funchal, capital de la portuguesa isla de Madeira.
Madeira, es una de las islas que forman el archipiélago atlántico perteneciente a Portugal. Se encuentra a unos 500 km de Tenerife, 860 km de Lisboa, y 770 km de la isla más cercana de las Azores.
La pequeña ciudad de Funchal tiene 76 km2 y cuenta con algo más de 112 mil habitantes, caracterizada por subidas y bajadas muy pronunciadas, debido a una topografía muy irregular. Es uno de los puntos turísticos más importantes de la región. Entre las atracciones más antiguas, se encuentran los cestos de mimbres.
Dos hombres, conocidos como carristas, sostienen, con cuerdas, los lados de los carinhos do cesto, o toboganes de Funchal, en una suerte de gondolieri veneciados del asfalto. Con dos turistas por cesto, recorren la pronunciada pendiente de dos kilómetros, a una velocidad que por momentos supera los cincuenta kilómetros por hora. Curvas empinadas y muy cerradas, desniveles, abruptas frenadas, dan emoción a un recorrido que dura unos diez minutos.
Los experimentados guías lucen trajes típicos de Funchal, blancos, de algodón, sombrero de paja, y botas de goma muy gruesa que les permite frenar o aminorar la velocidad cuando es necesario.
Las fotos que se encuentran en los puntos de salida y llegada de los cestos, muestran como hace más de un siglo, esta práctica fue creada por los habitantes de las zonas altas de Funchal. Los primeros testimonios de cestos que transportaban a la integrantes de la clase alta portuguesa, datan de 1850.
Los carros se parecen a trineos de mimbre, con madera en su base, que permiten el desplazamiento a través del asfalto o por alguna calle empedrada, donde, por otra parte, transitan automóviles, como en cualquier calle normal. Según se informa en las guías turísticas, los cestinhos descienden del barrio de Monte hasta el centro de Funchal todos los días de 9 a 18 hs. y el domingo de 9 a 13. «Para llegar al lugar de la salida en el bario de Monte a los pies de las escalinata que lleva a la iglesia de Nossa Senhora do Monte lo más cómodo es el teleférico, aunque también hay autobuses y es posible llegar en coche o andando. El teleférico que se inauguró en 2000 sale del Jardín del Almirante Reis en la avenida del Mar (conocida como Av. das Comunidades Madeirenses)». El costo es de 20 euros por persona o 30 la pareja.
Para muchos, se trata de un divertimento infantil, para otros, adentrarse en un medio de transporte que perdura en el tiempo, pese a los contrastes de modernos teleféricos que rodean a los cestos de mimbre. Lo que es claro, es que para Funchal y sus trineos sin nieve o canastos voladores, se trata de una seña de identidad que tiene un alto rendimiento turístico.
Video: http://www.viajablog.com/descenso-en-cesta-de-mimbre-funchal-video