A vista de pájaro, la oferta gastronómica de Montevideo puede resultar algo monocromática por la consabida carta instaurada que invita a debatirse entre los afincados clásicos que van de la parrilla a la pizza y de esta a la pasta, pasando por el universo milanesa, fainá y chivito, con todas las posibles variantes, vertientes, sucedáneos y derivados.
No obstante, si uno afina el oído, percibe el lejano ronroneo de los disidentes. Esos que, calladamente, van tejiendo un nuevo horizonte, reinventando y reinterpretando la cultura gastronómica del país con una mirada renovada y fresca. Si rascamos un poquito sobre la superficie de la ciudad y nos aventuramos a explorar nuevos rincones y propuestas, afloran sorpresas que vislumbran una nueva y latente cocina uruguaya con promesas de futuro.
En esa búsqueda de la neo-cocina uruguaya, tuvimos la suerte de aterrizar en Sin Pretensiones, un restaurante atípico y sorprendente que desde hace un año, se afinca en la peatonal Sarandí, y ha pasado a formar parte de esa movida innovadora e ilusionante que está cambiando el pulso de la Ciudad Vieja.
Vista la fachada del local: hermosa, sencilla y modesta, uno nunca adivinaría el soleado paraje que su interior atesora. La sala es un amplio espacio diáfano bellamente decorado con desparejo mobiliario vintage, donde abundan los rincones con encanto y cada mínimo detalle es una muestra del amor por el buen hacer. Todo está a la venta, la silla en la que te sentaste, la mesa sobre la que comiste, los platos y tacitas apilados en el aparador, hasta las revistas de Patoruzú, todo es susceptible de satisfacer nuestro antojo. No en vano, Sin Pretensiones se define como Restaurant-Regalería.
La ternura y el mimo con el que se diseña y decora la sala, es un complemento que otorga un envoltorio a la altura de su cocina con alma. Sin Pretensiones, en su propuesta, se aleja del corset de las vanguardias gastronómicas, entendiendo con inteligencia que el cliente del hoy, también necesita experiencias distendidas, desestructuradas y humanizadas, que agreguen valor a su apuesta culinaria del día.
La carta es medida y aparentemente sencilla. El secreto de su éxito radica en dos factores fundamentales: la excelente materia prima y el cariño y saber hacer volcado en su dedicada elaboración. Nada en ningún plato es producto del azar. Todas las elaboraciones son caseras, con seleccionados productos nacionales de temporada y la mirada puesta en respetar la estacionalidad, poniendo en valor los productos autóctonos.
Los dulces y postres son un punto y aparte. No exagero si afirmo que Sin Pretensiones tiene los dulces más extraordinarios que he probado hasta la fecha en el país. Las Bariloche resultaron ser una bendita adicción de chocolate belga con frutos secos a modo de irresistible empedrado celestial. Me temo que vais a tener que probarlas para entender la magnitud del deleite.
El espacio cuenta con una delicada selección a la venta de productos artesanales autóctonos, entre los que encontramos vinos, mieles y aceites de oliva de primera, generalmente procedentes de pequeños productores artesanales alejados del circuito comercial.
Quedamos cautivamos con el lugar y la propuesta. A veces, en esto de la gastronomía, carecer de pretensiones es permitirse hacer las cosas dando rienda suelta a tus maneras, cocinando con amor y recreando un espacio único y entrañable, con aroma a almacén de antaño y sabores que nos retrotraen a una tarde de primavera en el campo.
Sin Pretensiones
Sarandí 366. Montevideo
Abierto de lunes a viernes de 9:00 a 18:00
Tel: 2916 9972
Cel: 097 131 905
www.sinpretensiones.com.uy