La seducción de la violencia | Jaime Clara
Los periodista Raúl Ronzoni y Eduardo Barreneche le pidieron a Jaime Clara de pedir que redactara el prólogo para el libro, que acaba de salir, editado por Banda Oriental.
Los periodista Raúl Ronzoni y Eduardo Barreneche le pidieron a Jaime Clara de pedir que redactara el prólogo para el libro, que acaba de salir, editado por Banda Oriental.
Raúl Ronzoni es periodista de pura cepa. Hombre de Carmelo, en el depto. de Colonia, ahora está radicado en Valencia. Sin embargo, su pasión por el periodismo y la realidad uruguaya está intacta. Ocasionalmente colabora con Delicatessen.uy. Hoy, responde el ADN
A escasa distancia de dónde me había instalado una pareja de veteranos lloraba. “¡Oh, mon dieu est horrible!”, se lamentaba la mujer mientras buscaba consuelo sobre el hombro de su esposo. El hombre, más explícito, furioso e impotente, maldecía: “¡Merde! ¡Merde!”. A su lado varias adolescentes tomadas de la mano expresan su dolor. Tanto que ni siquiera miran las pantallas de sus celulares. Un dolor sin edad. Notre Dame integra el ADN de todos los franceses desde que su nacimiento. A mi izquierda un grupo de turistas japoneses rompe la sobriedad de su raza y se abrazan conmovidos. Agoté mis lágrimas. No tenía a nadie a mi lado para consolarme. Me apoyé en el nutrido grupo de dolientes que fue aumentado progresivamente hasta que en la noche del martes 16 eran miles.
Es una pena no tener anguilas como posibilidad gastronómica. Es un pez de un sabor extraordinario y el de más alto contenido graso. Sus dimensiones oscilan desde los 70 centímetros de largo y en casos excepcionales pueden llegar a 1.30 metros.
En un recipiente amplio hay que poner tres o cuatro dientes de ajo cortados en trozos medianos, cuatro o cinco tomares (escaldarlos o no, depende cada uno) y cortarlos en dados. A esto se le debe agregar abundante aceite de oliva (inevitable) y al final, sin escatimar, hojas de albahaca cortadas en trozos medianos.
Para cocinar la “valenciana” se debe comenzar por un sofrito de cebolla, (los fanáticos dicen que jamás se le debe poner cebolla) morrón y ajo en el que se saltea el pollo (preferentemente alas y los “jamoncitos” (la pequeña pata de los cuartos traseros). Si lo encuentra también conejo troceado. La sal a gusto. Una vez cocinados se retiran las presas y se reservan.
De aquellos inmigrantes heredamos la melodía de nuestro lenguaje y también su tradición culinaria, como por ejemplo el puchero y los potajes. La fiebre por el asado, por un lado, y la penetración de otras culturas culinarias han ido relegando a un segundo plano a las recetas canarias salvo el puchero.