Los destiladores de naranjas | Horacio Quiroga
Sus inventos, cierto es, no prosperaban por la falta de esos miserables pesos. Y bien se sabe que es más fácil hallar en Iviraromí un brazo de más, que diez pesos prestados. Pero el hombre no perdía jamás su optimismo, y de sus con- trastes brotaban, más locas aún, nuevas ilusiones para nuevas industrias.