Charquero, un caminante de nuestra campaña | Maritza Vieytes
Llevaban consigo lo imprescindible. Vestuario de aire gauchesco, bombacha de campo, cinturón ancho de cuero o faja de varias vueltas, botas de potro y el infaltable poncho.
Llevaban consigo lo imprescindible. Vestuario de aire gauchesco, bombacha de campo, cinturón ancho de cuero o faja de varias vueltas, botas de potro y el infaltable poncho.
Si leíste “Cien años de Soledad”; “El Coronel no tiene quien le escriba”; “El General en su Laberinto”, ya sabes que voy a escribir sobre Gabriel García Márquez, conocido en su infancia por “Gabito” y más adelante por “Gabo”. Desde que me recuerdo, he sido una lectora voraz. La obra de Gabriel García Márquez llegó a mi vida siendo adolescente. En aquel tiempo, recuerdo leer sin tener mayor consciencia
Tiempo después de estar armada en Usaquén, la casa es nuevamente desarmada, empacada y trasladada hasta Monserrate, donde vuelve a ser armada a más de 3100 metros sobre el nivel del mar, recibiendo el nombre de Santa Clara, patrona del buen tiempo.
Andrés se sorprende frente a las papas azules, lo que le permite a Sybila contarles que hay más de mil cuatrocientas variedades de papa registradas en Bolivia. Son joyas familiares, el tesoro mejor cuidado de generación en generación. Algunas de ellas se guardan para consumo familiar y otras para ocasiones tan exclusivas como una boda. Desde el remoto pasado, la papa es protagonista en los usos y costumbres de los habitantes andinos a quienes ha llenado con la magia de sus colores y sabores.
Para prepararlo es necesario poner a fuego lento una mezcla de leche con azúcar, al romper el hervor se incorporan, en cantidad abundante, yemas de huevo y claras batidas por separado, saborizándose con ralladura de limón. La mezcla se revuelve a fuego vivo hasta que aparece en la superficie un almíbar verde, y solo entonces el preparado se vuelca en una budinera untada con manteca y se hornea.