El día que Messi conquistó París | Jorge Bafico
Messi de un día para otro sintió lo que es ser abandonado. En un mes pasó de la gloria al ostracismo, exiliado sin quererlo. En el fútbol no hay lugar para romanticismos ni lealtades
Messi de un día para otro sintió lo que es ser abandonado. En un mes pasó de la gloria al ostracismo, exiliado sin quererlo. En el fútbol no hay lugar para romanticismos ni lealtades
Es como el león de la cuadra, nos cuida, no solamente a los autos sino también a los vecinos. Una vez evitó que a una mujer la robaran. Se toma con responsabilidad su trabajo a tal punto que no falta nunca y cumple un horario como si estuviera en una oficina.
Me impacta la forma en que escribe, como deja su cuerpo desgarrado en el texto, compone desde el abismo marginal de los desclasados, de los incomprendidos, desde el mismísimo infierno pero de una forma poética, sin golpes bajos, ni autoindulgentes.
Me enteré de la muerte de Diego Maradona. Lo escuché a través del llanto desconsolado de un periodista argentino bastante mayor llamado Horacio Pagani. Su llanto desabrigado me provocó una profunda tristeza. También me puse a lagrimear, el llanto infantil de un hombre grande contagia.
Como capítulos de una vida, el libro se desgrana en cuatro partes a modo de mojones de una existencia: “La mujer detiene al patio de atrás, su tiempo”, “Escribir se parece a morir”, “Las turbinas siempre giran hacia el silencio” y finalmente “La voz no recuerda ni interpreta, intuye”.
La pandemia también golpea nuestros egos y nos hace más vulnerables y próximos. Nos agujerea, nos acerca en las dudas y las incertezas y nos aleja del ombligismo que muchas somos carne. Es así que la calidez nos invade por las pantallas y la amistad se empodera en la pregunta compartida y en la práctica revisitada.
Habíamos hecho casi todo lo que nos habíamos propuesto, desde conocer su oferta culinaria como el pulpo, las croquetas de bacalao, las tapas en sus diferentes versiones, el cocido madrileño, los bocadillos de calamares, los huevos estrellados o los churros con chocolate de la Chocolatería San Ginés. Tampoco se nos escaparon sus museos, mucho menos el inmenso Guernica.
La luz se incrementaba en la ventana. Él ya no pensaba en nada, solo sentía, y eso era bastante poco frecuente. Su preocupación sobre cómo seguir con el cuento, cuestión que lo atormentaba desapareció por completo. Podía dejar de pensar.
La verdad, para el psicoanálisis, tiene el fundamento de la palabra. En este sentido, la verdad es extraña ya que el acceso es tangencial e indirecto. La verdad, de alguna manera, implica un valor ficcional y siempre accedemos a ella parcialmente y por caminos indirectos.
Todas las historias de amor tienen en el comienzo, un instante, un flechazo. El semiólogo francés Roland Barthes dice que hay un rapto en el amor, un momento donde el individuo es raptado por el otro en el momento del encuentro. Los psicoanalistas lacanianos también lo conocen como agalma. El rapto, el agalma, el sentimiento amoroso, aparece como un parpadeo, en una escena que parece mínima.
Amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es, decía el psicoanalista Jacques Lacan. Jacques A. Miller, en la misma línea, plantea que el amor se dirige a aquel que, pensamos, conoce nuestra verdad y nos ayuda a encontrarla soportable. Lo que quiere decir: amar es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro.
Jorge Bafico, es psicoanalista, escritor y doctorando de la USAL (Universidad Del Salvador, Argentina; ejerce su práctica desde 1993. Docente en el Instituto Clínico de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (UDELAR), donde dicta cursos teóricos y seminarios de profundización. Editor responsable de varias revistas de psicoanálisis como Anudar, Erreseí y Trazas.