Cuento chino | Roberto Bennett
Me llevaron a través de la bahía a tierra firme (mi hotel y la oficina estaban ubicados en la isla de Hong Kong) y luego de caminar varias manzanas por estrechas callejuelas, llenas de gente y locales iluminados con múltiples luces de neón, llegamos a un restaurante que ellos consideraban de lo mejor que había en esa ciudad.