La mellada | Antonio Pippo
Le regalé un par de años de mi vida, mintiéndole amor, aunque jamás me arrepentí y estoy segura que él, a su manera, fue feliz. Se murió de golpe, después de un polvo que me echó una Navidad, en el que debe haber puesto todo el resto. ¡Averigualo ahora! Fue la última oportunidad en que ligué en esta vida podrida.