Restos del carnaval | Clarice Lispector
Nunca había ido a un baile infantil, nunca me habían disfrazado. En compensación me dejaban quedar hasta las once de la noche en la puerta, al pie de la escalera del departamento de dos pisos, donde vivíamos,
Nunca había ido a un baile infantil, nunca me habían disfrazado. En compensación me dejaban quedar hasta las once de la noche en la puerta, al pie de la escalera del departamento de dos pisos, donde vivíamos,
No sabía cómo ni por qué, pero ahora se sentía más cerca del agua, la presentía más próxima y los ojos se le iban más allá de la ventana recorriendo la carretera…
Con el tiempo, sobre todo en los últimos años, he perdido la capacidad de ser persona. Ya no sé cómo se hace. Y una forma nueva de la «soledad de no pertenecer» ha empezado a invadirme como la hiedra de un muro.
Levantar la mirada y disfrutar del vuelo de cientos de palomas blancas, en bandadas hacia el infinito. Caminar por el césped húmedo, sintiendo la caricia…