En el lenguaje de hoy, llamamos ambrosía a cualquier manjar de gusto suave y delicado. Según en diccionario de la Academia española, se da también ese nombre a ‘cualquier cosa que deleite el espíritu’ y, originariamente, al manjar o alimento de los dioses de la mitología grecorromana.
El narrador cubano Guillermo Cabrera Infante decía en su novela La Habana para un infante difunto (1986): Los demás nos comimos esa corriente comida cubana, hecha por el hambre ambrosía y no mero milagro.
Actualmente existen postres hechos con frutas, cremas y alguna bebida alcohólica que son llamados ambrosía, los cuales, a pesar de ser realmente deliciosos, no son iguales a la de los antiguos ni confieren poderes mágicos a nadie.
En la mitología griega, la ambrosía era el manjar que alimentaba los dioses y que tornaba inmortales a quienes lo comían. Su nombre viene del griego ἄμβροτος (ámbrotos) ‘inmortal’, compuesto del prefijo privativo α- y el adjetivo βροτός (brotós) ‘mortal’

La nota del amigo Ricardo Soca, nos acerca al origen de la palabra, que más que nombrar un postre concreto, se trata de un concepto de algo sabroso, manjar, muy rico, agradable. Según el diccionario Larousse grastronomique, «en la milogía griega, alimento de los dioses, que les confería la inmortalidad. Los textos antiguos, bastante oscuros en cuanto a la naturaleza de la ambrosía, permiten como máximo suponer que era sólida mientras que el néctar era líquido. El sabor de esta sustancia misteriosa lo describe el poeta Íbico como ‘nueve veces más dulce que la miel.'»
La ambrosía era el postre estrella de mi tía abuela Margarita y mi abuela Memé lo tenía como uno de sus preferidos y lograba un sabor único. Muchas de las veces que íbamos a la casa de Margarita, frente a la Plaza Treinta y tres, nos recibía con este postre, o era lo que ella siempre llevaba a las reuniones familiares. Mi recuerdo en lo de Memé, frente a la misma plaza, pero en otra calle, era saborearlo durante eternos y disfrutables sábados de tarde, a la luz del sol que se colaba por la claraboya/vitral del comedor sobre aquella mesa amarilla de cármica. El aspecto del postre de ellas era como el de la foto. Una búsqueda en internet permite encontrar «la otra ambrosía», la que tiene mucha fruta, que es muy diferente a la de Memé o Margarita. En su libro El mantel celeste, Hugo García Robles comparte una receta de ambrosía (la de su novia Odila Paiva, cultora de la comida brasileña) que se aproxima mucho a la de la ambrosía de los Caputi.
La receta *
INGREDIENTES 800 gr. de azúcar, una taza de agua, un litro de leche entera, doce yemas, tres claras, clavo de olor y canela en rama a gusto.
PREPARACIÓN Hierva la leche con el azúcar, tres o cuatro clavos de olor y una rama de canela. Aparte bata lasa claras ligeramente, hasta que espumen y agrégueles las yemas revolviendo bien. Una vez mezcladas suavemente, vierta la leche hirviendo y baje el fuego. La leche cortada con las yemas tiene que reducir hasta convertirse en dorados grumos. Sírvalo frío en compoteras, sin exagerar la cantidad porque es muy dulce.
Delicatessen.uy publica la nota de Ricardo Soca con expresa autorización del autor. Originalmente publicada aquí
* Tomado de El mantel celeste. Hugo García Robles. Ediciones de la Banda Oriental, 2005