En el disco en el que Julio César Castro, Juceca, hace de Don Verídico, junto al amigo Gerardo Sotelo, cuando le ceban un mate, exclama, “¡esto es un asco! ¡Está frío!”. La expresión hay que escucharla, es muy divertida en la voz del gran humorista. Es que, justamente, quienes estamos acostumbrados, en el Río de la Plata, a tomar mate, cuando el agua pierde temperatura, pierde el gusto, la esencia, la razón de ser. El mate, como lo conocemos por aquí, no es ni más ni menos que una infusión. La definición de diccionario indica que el mate es una infusión hecha con hojas de yerba mate (Ilex paraguariensis), planta originaria de las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay y el curso superior del río Uruguay. Si bien, por motivos de salud, se aconseja que el agua para el mate no esté hirviendo -”quema la yerba” escuchaba las advertencias en mi infancia- se procura que la temperatura ideal esté entre los 70 y 80 grados. Beber el agua hirviendo puede tener consecuencias graves en la garganta. Los que tomamos mucho mate, no nos molesta que el agua se vaya entibiando, pero no concebimos el mate frío. Beberlo frío, nos haría exclamar como Juceca, ¡es un asco! Mea culpa: no es justo. El desconocimiento y la ignorancia no deben guiar la calificación de algo.
Hace algunos años, conocí un matrimonio paraguayo, César y Carla. Fue en un seminario y ellos, como buenos guaraníes bebían cada mañana su mate local, el que con orgullo exhibían, el tereré. Cargaron con la bebida como los uruguayos lleváramos el mate. Fue la primera vez que vi consumirlo con tanto gusto. Como uruguayo, no entraba en mi cabeza ver como el agua para el tereré salía de una botella de agua mineral sin gas. Luego, cuando visité diferentes ciudades paraguayas, confirmé lo que César y Carla me contaban, que el tereré está tan presente en su vida cotidiana, como lo está el mate para los rioplatenses. En cada casa, en cada comercio en cada plaza, uno los ve bebiendo su mate frío, cebando desde grandes termos plásticos, una suerte de pequeños bidones. La esencia es la misma: un recipiente (de vidrio, metal, hueso, o el más variado y original), yerba, la bombilla y el agua. Nada más. La conclusión es clara: en lo que a bebidas típicas se refiere, lo que nos diferencia con los paraguayos, es la temperatura del agua.
En mi caso debo confesar que he rechazado las generosas invitaciones a probar el tereré. Admito mi descortesía, pero hasta el momento no entra en mi cabeza, el mate frío. Porque además, en nuestro imaginario, el mate frío, puede tener severas consecuencias digestivas.
Poco importan las referencias personales. Para Paraguay el tereré es un signo de identidad que los ha marcado en su larga historia. Hoy, es tradición ha sido refrendada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y como tal hay que reconocerlo.
El 17 de diciembre pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconoció a la tradicional bebida guaraní que mezcla la yerba mate con plantas medicinales, hielo y agua fría. El ministro de Cultura paraguayo, Rubén Capdevila, recordó que es la primera manifestación paraguaya que ingresa en esa lista.
Según la tradición, la bebida se prepara en una jarra o termo, mezclado con el «poha ñana«, una hierba medicinal previamente machacada en un mortero. Esta fórmula viene desde las culturas precolombinas y la tradición se ha transmitido de generación en generación. Capdevila señaló que esa costumbre «se alió a una frondosa tradición oral desde el siglo XVI».
Para la Unesco, «esta práctica cultural fomenta la cohesión social y contribuye a sensibilizar a la sociedad de la importancia que tiene el rico legado guaraní, tanto en el plano cultural como en el botánico».
En el sitio de la institución se menciona que “el tereré es una cultura tradicional de la cultura de Pohã Ñana (hierbas medicinales) que se ha transmitido oralmente desde el siglo XVI. Existen diferentes versiones de la práctica con ese nombre. La más importante afirma que Tereré proviene de «Tarerekíh o Tererekíh«, grupo de hierbas medicinales que se bebían en infusiones frías hacia finales del siglo XIX, pero también existe evidencia de su práctica desde la época precolombina.
Se prepara en una jarra o termo, en el que se mezcla agua fría con el Pohã Ñana previamente triturado en un mortero (angu’a). Se sirve en una guampa (copa) precargada con yerba mate (ilex paraguariensis) y se chupa con una bombilla (paja de metal o de caña) introducida en la yerba mate.
Su preparación implica un ritual íntimo en el que convergen una serie de códigos implícitos preestablecidos. Por ejemplo, se sabe que el padre casi nunca lo prepara. Por lo general se le pide al hijo menor (pahague) que lo haga o a la madre, de quien el hijo aprende los conocimientos y la destreza necesaria para hacerlo en el momento que prepara.
El tereré se prepara, además, en diversas formas según el contexto y las circunstancias:
Tereré rupa: es el aperitivo salado que se consume antes de tomar tereré.
Tereré hápe: es el espacio y el momento en el que se discuten y analizan temas de interés del grupo, durante el consumo del tereré.
Tereré jere: es la ronda donde se comparte, una persona la distribuye de forma ordenada y secuencial. Esta ocasión surge espontáneamente.
Tereré solitario: cuando se toma individualmente.
Tereré novillo: cuando se pretende iniciar una relación sentimental. En este contexto, la invitación a tomar tereré se entiende como un coqueteo.
Tereré caballería: cuando llena la guampa de exageración, para tomar rápidamente el tereré ante la urgencia de volver a sus tareas.
Tereré albañil: se desarrolla en el ámbito de la construcción. Está elaborado con materiales improvisados, como botella plástica y guampa, reciclados.
Tereré jorador: para la resaca, se prepara con hierbas diuréticas.
Tereré pantano: cuando se prepara agua con exceso de hierbas medicinales.
Los conocimientos tradicionales de los médicos yuyeros y ñana sobre los atributos curativos de las hierbas medicinales también se transmiten espontáneamente en el núcleo familiar. Cada hierba de Pohã Ñana tiene beneficios para la salud vinculados a la sabiduría popular que se ha transmitido de generación en generación y proviene, además, de distintos puntos del país. Pohã Ro’ysã, por ejemplo, son remedios refrescantes, digestivos y diuréticos, mientras que Pohã Raku son remedios calientes utilizados en resfriados, bronquitis y enfermedades por enfriamiento.
Sin embargo, en tanto “patrimonio vivo”, las prácticas y saberes tradicionales de Tereré en la cultura de Pohã Ñana han incorporado innovaciones a lo largo de los siglos, ya sea por los hallazgos de los mismos médicos de ñana o por la creatividad de los propios consumidores, como es la combinación con el perejil y raíces como el jengibre.
Actualmente, los depositarios de este elemento del patrimonio cultural inmaterial son muy numerosos y diversos ya que la práctica ancestral del consumo compartido del Tereré en la cultura de Pohã Ñana está muy extendida por todo el territorio del Paraguay y se ha también difundido a través de los migrantes paraguayos en el mundo.