Melisa Ortiguera de la saga Piedras de Molle | Graciela Balparda

Era el mes de agosto de aquel año en que Melisa Ortiguera y Raúl Méndez, compañeros de oficina en una repartición pública, habían pedido permiso para rebuscar en un viejo edificio próximo a demoler, algunas “reliquias” que, supuestamente, habrían quedado abandonadas. En junio había empezado la búsqueda y los hallazgos. Lo primero que encontró Melisa fueron los versos escritos a mano, con innegable tinta y pluma, que don Enrique R.