Gente de tierra adentro | Elvio E. Gandolfo
Ahora ya no reía, sonreía beatíficamente. Seguramente no habría imaginado que sentarse lo iba a llevar a la historia de Entre Ríos. Pero su asombro era menor al de Tomás, que con los ojos abiertos como platos seguía la historia, y aportaba detalles, casi sin respiración.