Me aburre la frase “es lo que hay” | Ernesto Muniz

Ernesto Muniz nació el 3 de octubre de 1973 en Montevideo, hijo de la maestra Gladis Farías y del músico Leslie Muniz. Estudió Comunicación Social en la Utu y después la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación en la UDELAR. Trabaja en medios de comunicación desde 1996. Hizo producción, guión y conducción en radio. En TV: guión, producción, producción ejecutiva y asistencia de piso, trabajó en los tres canales privados. En prensa escribió para algunos semanarios ya desaparecidos, fue crítico de cine para El Observador y para Montevideo Comm. Escribió freelance para La Diaria y la Revista Lento. Es el co-creador junto a Juan Pablo Olivera de Club de Comedia, trajeron el formato de Stand Up Comedy a Uruguay en 2008. Es docente de Stand up desde 2010, la mayoría de los comediantes que están llenando teatros y recorriendo bares son egresados de su Club. En 2012 crearon con Dahianna Andino, Ganache, la primera cafetería de especialidad del Uruguay. Son además de socios, pareja y padres de Juan que nació el 4 de octubre de 2013. Tuvo una banda de Rock (Salida de Emergencia) que tiene el dudoso récord de haber presentado el disco y dar cierre a la banda en el mismo recital.

Un sabor de infancia
Las tortas fritas de mi abuela Zulma. Me hacía amasar a su lado, soy consciente de que cada vez que como una torta frita es buscando ese sabor de mi abuela. Y por supuesto nunca lo encuentro, es como una utopía proustiana.

Una manía confesable
Sí, ¡hacerme el graciosito en los cuestionarios!

Un amuleto
No tengo. Evito toda clase de aferramiento material y más si a ese objeto se le atribuye alguna clase de poder mágico. Despojadito.

El último libro que leí
“Como ser grosero e influir en los demás”. Autobiografía del gran comediante estadounidense Lenny Bruce que fue preso por el uso “obsceno” del lenguaje. Un auténtico iconoclasta y uno de los pilares fundamentales de la historia del Stand Up Comedy.

Una película que me marcó
Annie Hall de Woody Allen (como varias de sus películas siento que contó la historia que yo hubiera querido contar) y Apocalipsis Now de Coppola (la he visto decenas de veces y la escena de los helicópteros mientras suena Cabalgata de las Valkirias es demoledora para mis lagrimales).

Algo que evito
Evito las discusiones con gente que, en verdad solo quieren pelear, no les interesa discutir. Especialmente en redes sociales. Soy naturalmente empático y evito ponerme en algunos lugares en dónde termino lastimado.

Si pudiera volver a empezar sería
Más músico de lo que soy. Sé que tengo el don, herencia de mi padre músico profesional, Leslie Muniz. Trabajé en su orquesta ocupando el lugar que dejó cuando bajó de los escenarios y me di cuenta que iba a vivir siempre a la sombra de su historia. Hoy a la distancia sabría manejar eso sin crisis.

Un lugar para vivir
Cuchilla de Melo (cerca del Camino de los Quileros, a unos kilómetros de la frontera seca con Brasil, Aceguá). Campo, ovejas, algunas vacas, un par de caballos, un tajamar y sin gente a 7 hectáreas.

Un lugar para volver
La Selva Lacandona en Chiapas. La sensación de paz y armonía.

Una materia pendiente
Dominar idiomas como lo hago con el español.

Un acontecimiento que cambió mi vida
Un accidente a los 4 años, definitivamente cambió mi vida.

El escritor definitivo
A pesar de que hace tiempo no vuelvo a él, sé que siempre puedo confiar en Julio Cortázar y todo lo que me ha enseñado. Mi primer encuentro con Julio (porque a las personas en la que uno puede confiar las llamas por su nombre) fue en Quinto de Escuela cuando una Inspectora nos leyó “Historia verídica” un pequeño cuento sobre un señor al que se le caen los anteojos y piensa que se le han roto, descubre que no, así que cree entender el mensaje y les compra un mullido estuche, al rato se le cae y ahora sí, los anteojos se destrozan. El cuento termina con una frase que me quedó resonando en la cabeza desde ese día y la uso como Premisa existencial (¿amuleto?): “Los designios de la providencia son inescrutables.” La Inspectora nos preguntó de qué trataba el cuento, la maestra no podía más de nervios, su clase de control y evaluación estaba a punto de fracasar. El silencio era total. Me gustaría decirles que fui yo el que levantó la mano y respondió con una inteligencia de un académico, pero no. Nadie respondió. Sin embargo esa señora hizo más por mí de lo que pudo haber imaginado. El cuento cierra diciendo: “Y en realidad el milagro ha ocurrido ahora”.

Algo que jamás usaría
Un amuleto.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Soy comediante de Stand up, estamos 100% expuestos a todo, el juego se basa en la honestidad del artista cara a cara con el público y en ser espontáneo buscando el humor. Una vez le pregunté a una persona en la sala por qué no se reía, y resultó ser sordo. En mi mente solo seme ocurrían remates de alto contenido de humor negro. No sé bien si sentí “tierra trágame” por no encontrar una respuesta correcta o por no haber dicho la respuesta que sentía honesta.

Algo que evito
Cualquier shopping en una noche de los descuentos navideños.

Una rutina placentera
¡Tomar café!

Me aburre
La mediocridad de los uruguayos, la frase “es lo que hay”, la gente que no entiende la ironía.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
La comida extremadamente picante. Hasta llorar y moquear. ¡Es liberadora! Una vez hice una sopa de camarones con unos chiles chipotles (que teóricamente no son muy picantes) que tomaron fuerza en la olla y tuve que hacer un doble caldo para diluir su potencia.

Una canción que aún me conmueve
“Hey Jude”, de Beatles. Mi hijo Juan nació con esa canción. Hicimos con mi pareja un set list de 13 canciones para escuchar durante el parto (sí sí, somos re hippies) y ¡nació en la segunda! Después leí que esa canción la hizo Paul McCartney para consolar a Julian, el hijo de Lennon y casi lloro de nuevo. Antes del 4 de octubre de 2013 “Here comes the sun” era la canción que más me conmovía.

Un restaurante que nunca falla
La nobleza de la Lupita en Punta Carretas. La perfecta sencillez de El Buen Suspiro en Colonia del Sacramento.

Algo que cambiaría si pudiera
Sería más ambicioso.

El valor humano que más admiro
El sentido del humor. Allí está todo, tu rasgo evolutivo, tu conciencia del yo, tu inteligencia, tu respaldo académico, tu honestidad, tu sensibilidad, tus prejuicios, tu libertad, tus límites.

Una palabra final
Han sido un público maravilloso.