Evito el prejuicio | Verónica Leite

Desde los años noventa Verónica Leite desarrolla su actividad dentro del área de la creación de libros para niños y jóvenes, así como en el de la difusión y promoción de lectura. Como escritora e ilustradora (de material de ficción para niños y jóvenes tanto como de material educativo para niños, jóvenes o adultos). Edita desde 1993 hasta la fecha en Uruguay, Argentina, Brasil, México y El Líbano, con sellos como Alfaguara, Penguin Random House, Porrúa, Melhoramentos, Saraiva, Jarrous Press Publishers, así como con organismos o instituciones tales como OEA, Ministerio de Educación y Cultura y el Centro Cultural de España en Uruguay. En el área de promoción de lectura realiza actividades regularmente en diferentes modalidades como charlas y talleres, por invitación de centros educativos, de sellos editoriales y de instituciones culturales. Participa en Ferias del Libro, Encuentros, Talleres, en el Uruguay y en el exterior (México, Brasil, Italia, Emiratos Árabes). En su actividad de promoción de lectura ha trabajado con el llamado libro álbum, guiando al lector en la adquisición de destrezas de lectura y de observación: de lectura para el texto escrito y de observación para la imagen, lenguajes artísticos diferentes pero complementarios en estos libros.

 

Un sabor de la infancia
El dulce de leche casero que hacía mi mamá para mis hermanos y yo cuando vivimos en Puerto de Pollensa, Mallorca, después de dejar Montevideo por la dictadura. La comida casera ya de por sí es equivalente a hogar y, en este caso, además de lo exquisito del sabor de éste dulce de leche estaba el aroma delicioso, mientras se iba cociendo la leche, el azúcar y la vainilla en una gran olla, a fuego lento. Era una manera muy creativa que mi madre encontró para que los cambios de costumbres no fueran tan drásticos. El mundo previo a internet tenía fronteras muy marcadas.

Una manía confesable
Mirar el diseño de la tipografía en cualquier tipo de texto que se me presenta, especialmente en las cartas de comidas.

​Un amuleto
No se me ocurrió tener ninguno, quizás por falta de imaginación, o porque se puede llegar a creer tanto en el amuleto que perderlo es un desastre. Igual prefiero pensar que es por mi primer ídolo de la vida: Dumbo. El elefantito tenía una pluma que parecía ser mágica; de pronto la pierde y descubre que solo era una manera de darse confianza, y logra resolver lo más bien un problema que se le presenta. A los cuatro años mi libro preferido era el cuento de Dumbo y fue casi un amuleto; lo llevaba a todos lados. Luego, cuando vi la película fue una gran desilusión. Lo curioso fue comprobar, ya de adulta, que a otros amigos les pasó lo mismo. Tan chiquitos y todos nos sentimos defraudados con esa animación.

El último libro que leí
Después de ver la última película sobre Van Gogh, ¨Loving Vincent¨, precisé releer ¨Anhelo de vivir¨, de Irving Stone. La vida de Vincent fue difícil. No es un personaje mega exitoso, como los que nuestra época pide.
En historieta, George Herriman con su Krazy Kat, tan irreverente y sin embargo hoy está exhibido en el museo Reina Sofía.

Una película que me marcó
Me gusta mucho el cine y lo considero fundamental, así que elijo varias.
Sin dudas, «Crímenes y pecados», de Woody Allen, porque como siempre, habla del amor, la religión, la moral y la ética de una manera ingeniosa y personal. En esta obra en particular muestra que varios de los personajes no son tan honorables como parecen. ¨El molino y la cruz¨, de Lech Majewski, por la belleza plástica. Es un homenaje a la pintura flamenca de los Brueghel, en medio de las luchas religiosas de la época. ¨Lejos del cielo¨, de Todd Haynes, porque plantea con solo tres personajes las dificultades de las mujeres, los negros y los homosexuales en la sociedad norteamericana de los cincuenta, que bien podría ser la nuestra. ¨El baño del Papa¨, de César Charlone y Enrique Fernández, porque la idea y las imágenes son bellísimas y ese matrimonio interpretado por Troncoso y Virginia Méndez es conmovedor.

Algo que evito
El prejuicio. El de los otros y el propio. Es muy fácil caer en ese automatismo y es sano evitarlo.

Si pudiera volver a empezar sería
La misma persona, solo que sabiendo de más chica lo que vas aprendiendo con los años.

Un lugar para vivir
Me tocó vivir en varias casas y países. Siempre me sentí en mi hogar porque estaba en familia, o con amigos, y a todas volvería, a pesar de que fueron lugares muy diferentes entre sí: San José, Montevideo, Puerto de Pollensa, Oaxaca, Londres.
El lugar para vivir es con la gente querida junto, claro, con la posibilidad de trabajar.

Un lugar para volver
El Puerto de Pollensa, Mallorca, donde renació la vida después de etapas tan duras como lo fueron las dictaduras de acá y de España. Las playas rochenses.

Una materia pendiente
Hace dos años se estrenó una ópera para niños sobre uno de mis libros, El mandado del tatú¨. Se puso en escena dos años consecutivos, en el Teatro Politeama de Canelones. La composición musical surgió de manera espontánea por parte de su creador, el compositor Juan Asuaga, cosa que me sorprendió mucho por el hecho en si mismo, y luego, las dos veces que vi la obra quedé absolutamente maravillada con la altísima calidad de la música y del espectáculo. Es una obra para niños chicos, muy delicada y potente, con coros de niños y de adultos, con escenas bien diferenciadas entre sí, con los personajes principales del libro, un tatú, un carpincho y gato montés, realizados en gigantografía y en 3D que se van desplazando entre las personas reales, hay fondos ambientados con las imágenes del libro y un trabajo de mapping fantástico que trasnforma la representación escéncia en algo casi cercano al cine. La materia pendiente sería que se repusiera esta bellísima obra en Montevideo. La obra se hizo a sala llena en ambas oportunidades, y merece seguir en cartel. La forma en la que nació esta obra es tan linda como la obra misma. Su creador, el compositor Juan Asuaga, leyó muchas veces el libro para su hija chiquita y, de este compartir juntos esta experiencia, surgió en Juan la creación de la versión musical y escénica. Esto es algo muy enriquecedor para los creadores…nutrirse de obras de otros, aunque estén en genéros diferentes.

Un acontecimiento que cambió mi vida
La dictadura. Siendo muy chica, tuve que dejar mi país por esa razón.

El escritor definitivo
No creo que haya que elegir a un solo artista, en ninguna disciplina. Lo interesante es que un buen artista siempre te lleva a otro. Vas ampliando el paladar. Siempre vuelvo a Idea Vilariño, Alejo Carpentier y Felisberto Hernández.

Algo que jamás usaría
Un tatuaje que no sea dibujado por mi.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
En una charla en la FADU, en el teatro de la facultad, donde se mostró la foto ¨Un río de Libertad” y las generaciones entrantes no la conocían.

El lugar más feo del mundo
El que carezca de personas con sensibilidad por el otro.

Una rutina placentera
Escuchar música siempre. Escuchar ciertos programas de radio. La radio me resulta muy interesante y disfrutable.

Me aburre
Una película predecible.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Me encantaría tener extravagancias gastronómicas, pero salí convencional en el asunto. Vengo intentando ser menos cuadrada, pero siempre vuelvo a nuestra cocina tradicional que es muy tranquila, con sabores suaves y sin ingredientes o gustos demasiado complejos.

Una canción que aún me conmueve
Difícil elegir una sola. No puede haber nunca una única canción. La música es un alimento. Más que una canción, prefiero nombrar a algunos músicos como David Bowie, Marisa Monte, Freddie Mercury, Blondie, Jaime Roos, Charly García, Nina Simone, Los Beatles en grupo o como solistas, pero la lista es muy larga y no puede ser que no nombre a Caetano, a Chico Buarque, a Jorge Drexler, a Brassens, a Ella Fitzgerald, a Rod Stewart, a Alpha Blondy…

Un restaurante que nunca falla
Ramona. La vista y los chivitos del Tinkal.

Algo que cambiaría si pudiera
El «no se puede» de nuestro país.

El valor humano que más admiro
Que una persona sea confiable.

Una última palabra
Encuentro.